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EN LAS MANOS DE DIOS


Fra Francisco Pesquera, ofmconv.
















Encuentro a una de las colaboradoras más fieles de nuestra pastoral por la calle y le saludo. Me dice que el marido de una vecina de su escalera había fallecido mientras estaba trabajando en una oficina. Ella había coincido con él junto a su esposa la tarde anterior y lo había visto jovial, contando anécdotas. Nadie se podía imaginar que tuviera tan cerca su final. ¿Cuántas veces nos hemos encontrado con noticias semejantes? Siempre la misma sorpresa, la misma inseguridad, las mismas preguntas…

Cada uno de nosotros puede contar sucesos semejantes a lo largo de nuestra vida y posiblemente nos hayan dejado la misma huella que a esta persona impresionada por la desaparición repentina de su vecino.

Nos gustaría tener todo controlado, saber lo que nos va a pasar dentro de cada momento. La vida una y otra vez juega con sus sorpresas, su laberinto que sabemos por donde entramos pero no por donde salimos, por eso nos viene la inseguridad que nos puede tambalear la confianza incluso hacer daño en los proyectos que debemos tener en la vida.

Un ejemplo de confianza, de vivir el día a día como regalo de Dios, nos viene de San Wenceslao, un soberano que nació en Chequia donde es su patrón. El santo, al oír las campanas para el oficio matutino, como cada mañana, se dirigió al Señor: “Loado seas mi Señor que me has concedido vivir hasta la mañana del día de hoy”. A la salida del rezo su mismo hermano, pues el diablo había pervertido su corazón, lo hizo asesinar (Cfr. El oficio de lecturas de su fiesta 28 de septiembre). El dio las gracias por el nuevo día. La Iglesia agradecida le unió a la lista de los innumerables mártires.

El hermano Roger de Taizé dice que es en estos momentos cuando necesitamos de “una Esperanza que lleva a vivir lo inesperado, hasta en las situaciones sin salida”. La Esperanza nace de la seguridad que sentimos cuando sabemos que Alguien que nos quiere se preocupa de nosotros y nos cuida.

En la vida hay que aceptarse cada uno con las realidades que le toca vivir. Todos somos limitados de una u otra manera. Una de las soluciones que es común a todo ser humano es aceptar que algunos de nuestros contemporáneos se nos han ido sin previo aviso, dejándonos sin que les pudiéramos despedir.

Aceptarnos a nosotros es ser conscientes de vivir cada día como un don de Dios y que el mañana está en sus manos.


- ARTICLE ESCRIT PER FRA FRANCISCO PESQUERA, OFMCONV.
PUBLICAT AL BUTLLETÍ DE L’ORDE FRANCISCÀ SEGLAR DE CATALUNYA.
ANY 24 – ABRIL 2019 - NÚM. 221.