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Desde el corazón de la Bíblia (-8-)

 

DESDE EL CORAZÓN DE LA BIBLIA.

PARA LA REFLEXION PERSONAL.
De José Antonio Pagola, de "Grupos de Jesús".

"Dios busca a los perdidos". Lucas 15,1-7


Francisco Javier Conejo, OFS

Muchos recaudadores de impuestos y pecadores se acercaban a Jesús para oírlo, de modo que los fariseos y los maestros de la Ley se pusieron a murmurar: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos».

Él entonces contó esta parábola: «Supongamos que uno de ustedes tiene cien ovejas y pierde una de ellas. ¿No deja las noventa y nueve en el campo y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla?

Y cuando la encuentra, lleno de alegría, la carga en los hombros y vuelve a la casa. Al llegar, reúne a sus amigos y vecinos y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la oveja que se me había perdido”. Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.

Los fariseos y maestros de la ley deberían entender aquellas comidas alegres y festivas que Jesús celebra con los pecadores. Él ha venido de Dios a “buscar y salvar a lo que estaba perdido” (Lucas 19,10). ¿Cómo no entienden que viva acogiendo a pecadores, recaudadores y prostitutas? ¿Cómo no entienden su alegría al poder encontrarse con ellos en una mesa? Todo el pueblo debería sumarse a su alegría, pues nace de la alegría del mismo Dios.

La parábola es breve, pero su mensaje es de gran hondura. ¿De verdad puede este pastor insensato ser metáfora de Dios? Hay algo que todos los que están escuchando a Jesús han de reconocer: los humanos son criaturas de Dios, le pertenecen a él. Pero ¿Puede Dios sentir a los “perdidos” como algo tan suyo y querido?

Tal vez algunos de los que oían a Jesús recordaron lo que había dicho el profeta Ezequiel seis siglos antes: en el pueblo de Dios hay ovejas sin pastor; ovejas “débiles” a las que nadie conforta; ovejas “enfermas” a las que nadie cura; ovejas “heridas” a las que nadie venda. Hay también ovejas “descarriadas” a las que nadie se acerca y ovejas “perdidas” a las que nadie busca. Pues bien, así dice el Señor: “Yo mismo buscaré la oveja perdida, traeré a la descarriada, curaré a la herida, fortaleceré a la enferma…” (Ezequiel 34,16). Ahora pueden ver que Jesús, con su actuación y sus palabras está encarnando en su vida a ese Dios que busca a los “perdidos”.

La parábola se convierte así en una llamada a cambiar. Si Dios no rechaza a los “perdidos", si no que los busca apasionadamente, y si Jesús, lleno del Espíritu de Dios, los acoge y come con ellos… ¿no tendremos que cambiar radicalmente algunas de nuestras posturas? ¿seguiremos discriminando, condenando y despreciando a los que a nosotros nos parecen “perdidos"? ¿A quién queremos seguir?

La parábola tal vez sugiere algo más. La oveja no hace nada para volver al redil. Es el pastor quien la busca incansablemente, la carga sobre sus hombros y la recupera. ¿No está sugiriendo Jesús que el retorno del pecador no se debe a sus esfuerzos por convertirse, sino a la iniciativa de Dios, que irrumpe en su vida con su misericordia insondable? ¿Cómo no nos vamos a alegrar con este Dios de amor infinito y desconcertante? ¿Cómo no vamos a confiar en este Dios cuando nos sintamos perdidos y sin fuerzas para transformar nuestra vida? ¿Cómo no vamos a imitar a Jesús, abriendo nuestro corazón y nuestros brazos a quienes nos parecen alejados?

- ¿Me veo identificado con la oveja perdida?¿Hay momentos en que me siento perdido? ¿Mi pecado, mi error, mi debilidad, mi inconstancia, mi impotencia…? En adelante, cuando me vea perdido ¿recordaré que Dios me está buscando?

- ¿Me gustaría celebrar el reencuentro con Dios de alguna persona - cercana y querida? ¿Puedo ser un humilde pastor para alguien?

- ¿Por qué personas “perdidas” quieres interceder? 


 - ARTICLE ESCRIT PER FRANCISCO JAVIER CONEJO, OFS,
PUBLICAT AL BUTLLETÍ DE L’ORDE FRANCISCÀ SEGLAR DE CATALUNYA.
ANY 30 – JUNY 2025 - NÚM. 288









Desde el corazón de la Bíblia (7)

DESDE EL CORAZÓN DE LA BIBLIA.

PARA LA REFLEXION PERSONAL.
De José Antonio Pagola, de "Grupos de Jesús".

"Poneos en camino". Lucas 10,1-9

Francisco Javier Conejo, OFS

En aquel tiempo designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:

- ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforjas, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no volverá a vosotros… Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya y decid: “Está cerca de vosotros el reino de Dios”.

La misión de colaborar con él en el proyecto del reino de Dios no la confía Jesús solo al pequeño grupo de apóstoles, sino a un número más amplio de setenta y dos discípulos. Este número es significativo, pues, según la tradición judía, son setenta y dos las naciones que hay en el mundo. Podemos decir que las directrices que da Jesús a sus discípulos son las que nos pueden inspirar a todos los evangelizadores de todos los tiempos.

“Ponerse en camino”. Nunca ha imaginado Jesús a sus discípulos como un grupo cerrado: una comunidad preocupada solo de cuidar y desarrollar su propia religión. Los llama para poner en marcha un movimiento profético que viva caminando según la lógica del envío: saliendo de sí mismos para anunciar a todos los pueblos la Buena Noticia de Dios y para abrir caminos a su reino.

Lo sorprendente es que Jesús no está pensando en lo que han de llevar consigo, sino precisamente en lo contrario: lo que no han de llevar, no sea que se distancien demasiado de los más pobres. Para anunciar la Buena Noticia de Dios y abrir caminos al proyecto humanizador del Padre, los medios más adecuados no son el dinero y el poder, sino los medios pobres de los que se sirvió Jesús: la acogida a cada persona, el amor servicial a los más necesitados, la defensa de los últimos, el ofrecimiento del perdón de Dios, la creación de una sociedad más fraterna.

Los cristianos eran conscientes de que las consignas de Jesús a sus discípulos no se podían aplicar en todas las partes y en todas las situaciones de la misma manera. Lucas las recoge porque son una invitación permanente a vivir con radicalidad las exigencias básicas de la tarea evangelizadora. Siempre hemos de revisar nuestros comportamientos para ver cómo traducir en nuestros días el espíritu que alienta las palabras de Jesús.

No caminaremos descalzos y sin dinero, pero nuestro estilo de vida deberá dejar claro que nos identificamos con los pobres e indefensos y no con los ricos y poderosos. No andaremos de casa en casa en casa saludando por la paz, pero no tendrán que ver como hombres y mujeres de paz por nuestra actitud fraterna amistosa con todos, incluso con los adversarios. No utilizaremos el poder del dinero, la prepotencia ni las presiones para evangelizar, sino los medios pobres que Jesús empleaba.

- ¿Vivo en algún momento dedicado a curar la vida y abrir caminos al proyecto humanizador de Dios? ¿Vivo de ordinario encerrado en mis propios intereses personales, familiares, laborales …?

- ¿Soy capaz de asumir riesgos en la tarea evangelizadora? ¿Cuándo me cuesta más ser coherente con mi decisión con seguir a Jesús?

 - ARTICLE ESCRIT PER FRANCISCO JAVIER CONEJO, OFS,
PUBLICAT AL BUTLLETÍ DE L’ORDE FRANCISCÀ SEGLAR DE CATALUNYA.
ANY 30 – MAIG 2025 - NÚM. 287


Desde el corazón de la Bíblia - (6)

 

DESDE EL CORAZÓN DE LA BIBLIA.

PARA LA REFLEXION PERSONAL.
De José Antonio Pagola, de "Grupos de Jesús".

"Id a Galilea"

Francisco Javier Conejo Salvador, OFS


1 Pasado el sábado, María Magdalena, María la madre de Santiago, y Salomé compraron perfumes para perfumar el cuerpo de Jesús.

2 Y el primer día de la semana fueron al sepulcro muy temprano, apenas salido el sol,

3 diciéndose unas a otras:

–¿Quién nos quitará la piedra de la entrada del sepulcro?

4 Pero al mirar vieron que la gran piedra que tapaba la entrada no estaba en su sitio.

5 Y al entrar en el sepulcro vieron, sentado al lado derecho, a un joven vestido con una túnica blanca. Las mujeres se asustaron,

6 pero él les dijo:

–No os asustéis. Estáis buscando a Jesús de Nazaret, el crucificado. Ha resucitado; no está aquí. Mirad el lugar donde lo pusieron.

7 Id y decid a sus discípulos y a Pedro: ‘Él va a ir a Galilea antes que vosotros. Allí le veréis, tal como os dijo. 

Este relato es de una importancia excepcional. No sólo anuncia la Buena noticia de que el crucificado ha sido resucitado por Dios. Además, Marcos explica a los lectores que quieran encontrarse con él el camino que han de recorrer para verlo y seguirlo.

El enviado de Dios les anuncia directamente su mensaje: ¿Buscáis a Jesús de Nazaret, el crucificado?“. Es un error buscarlo en el mundo de la muerte. Jesús no es un difunto más. Está vivo para siempre. El Crucificado está vivo. El Padre lo ha resucitado.

El joven, que se aparece a las mujeres, desea confiar un encargo a las tres mujeres tan fieles a Jesús. Han de salir de aquel lugar de muerte para comunicar a “los discípulos y a Pedro” algo sumamente importante. El mensaje es para todos los discípulos, también para Pedro, el discípulo que ha renegado de Jesús. El mensaje es este: “Él va delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis, tal como os dijo”. Sin duda, el mensaje encierra un sentido más profundo más profundo que el meramente geográfico. ¿Por qué hay que ir a Galilea?

En Galilea se escuchó, por vez primera y en toda su pureza, la Buena Noticia de Dios y el proyecto humanizador del Padre. Si no volvemos a escucharlo hoy con corazón sencillo y abierto, nos alimentaremos de tradiciones y doctrinas venerables, pero no conoceremos la alegría del Evangelio, capaz de “resucitar” nuestra vida.

A orillas del lago de Galilea empezó Jesús a llamar a sus primeros seguidores y seguidoras para enseñarles a vivir con su estilo de vida y colaborar con él en la gran tarea de hacer la vida más humana. Hoy Jesús sigue llamando.

Por los caminos de Galilea se fue gestando la primera comunidad de seguidores de Jesús. Junto a él vivieron una experiencia única. Con el fueron aprendiendo a vivir acogiendo, perdonando, aliviando el sufrimiento, curando la vida y despertando la confianza de todos en el amor insondable de Dios.

Ir a Galilea tras el Resucitado es vivir siempre caminando. No nos podemos detener, no podemos vivir mirando al pasado, pues el Resucitado “va por delante”. Los discípulos de Jesús no somos solo miembros de una gran institución religiosa; somos seguidores del Resucitado. Él va también hoy “delante de nosotros”.

- ¿Qué es para mí creer en la Resurrección de Jesús? ¿Qué es para mí experimentar que Cristo vive en mí?

- ¿Dónde busco yo a Cristo Resucitado? ¿En el mundo de la muerte o en el mundo de la vida? 


- ARTICLE ESCRIT PER FRANCISCO JAVIER CONEJO SALVADOR, OFS,
PUBLICAT AL BUTLLETÍ DE L’ORDE FRANCISCÀ SECULAR DE CATALUNYA.
ANY 30 – ABRIL 2025 - NÚM. 286 



Retiro Cuaresma 2025 - Parróquia OFM Conventual. (22.03.2025)

 


RETIRO PARROQUIAL CUARESMAL 2025.

Crédito a fray Ángel Mariano Guzmán, OFM Conventual.


CUARESMA: Dejándonos llevar.


 

1.      Nos dejamos llevar al desierto.   

"El Espíritu lo fue llevando durante días por el desierto, mientras era tentado por el diablo" (Lc 4, 1-2)
Los desiertos no elegidos: Una enfermedad, achaques de salud, servicios o tareas que ya no se nos piden a nosotros, pérdida de amigos y familiares, soledad, incomprensiones... Estos momentos de nuestra vida nos hacen las preguntas claves: ¿Sigues confiando en mí? ¿Sigues sintiendo que soy un Dios vivo y presente en tu vida? ¿Todavía soy para ti: roca, baluarte, refugio, morada...?


 
2.      Con Jesús en la Montaña.
"Este es mi Hijo, el predilecto, escuchadlo" (Lc 9,35)
Y le pedimos poder discernir sobre nuestra escucha: A qué voces prestamos atención y a cuáles silenciamos o nos pasan desapercibidas. ¿Qué nos bloquea para tener una escucha sana y atenta? ¿Qué defensas o filtros ponemos para que la Palabra no penetre, como espada de doble filo, en el centro del corazón?



 3.      Jesús nos lleva al huerto.
"Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto en adelante, si no la puedes cortar" (Lc 13, 8-9)
Contemplando esta escena se nos invita a conjugar dos actitudes: exigencia y paciencia. Somos muy exigentes y lo queremos todo rápido, ya, ahora; o bien, excesivamente pacientes esperando que el tiempo cure, solucione las carencias por su misma inercia.

 

4.     
De comida con Jesús.
"En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y pecadores a escucharlo. Y los fariseos y los escribas murmuraban diciendo: "Ese acoge a los pecadores y come con ellos" (Lc 15, 1-3)
Dejar que os vengan a la memoria rostros y nombres de tantas personas enfermas, solas, vulnerables... , vidas "pródigas", alejadas, aisladas, rotas. Agradece a Dios las veces que habéis sido cauces de ese amor compasivo, de la acogida y hospitalidad del padre de la parábola. Pero también este Evangelio nos lanza una pregunta sobre nuestra propia vida: ¿Tú tienes padre? ¿Sientes tu vida sostenida, abrazada? ¿Te vives realmente como hijo/a y hermano/a?
 
 

5.     
Madrugando al templo con Jesús.
"Al amanecer se presentó de nuevo en el Templo y todo el pueblo acudía a él, y sentándose les enseñaba. Los letrados y fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio..." (Jn 8, 1-3)
Deja resonar en lo más profundo del corazón esa palabra de Jesús que, cara a cara, te dice: "Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.”





AMANDO HASTA EL EXTREMO - Maite López.






Desde el corazón de la Bíblia (5)


DESDE EL CORAZÓN DE LA BIBLIA.

PARA LA REFLEXION PERSONAL.
De José Antonio Pagola, de "Grupos de Jesús".

"¡Ábrete!" Marcos 7,31-37.

Jesús sana a un sordomudo.

Francisco Javier Conejo Salvador, OFS


31 Volviendo a salir de la región de Tiro, vino por Sidón al mar de Galilea, pasando por la región de Decápolis. 32 Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima. 33 Y tomándole aparte de la gente, metió los dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua; 34 y levantando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Effatá, es decir: Sé abierto. 35 Al momento fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien. 36 Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban. 37 Y en gran manera se maravillaban, diciendo: bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar.

El evangelista Marcos sitúa el episodio en la orilla oriental del lago de Galilea, en una región habitada mayoritariamente por paganos. Su objetico no es solo recoger los recuerdos que se conservan entre los seguidores de Jesús sobre la curación de un sordomudo. El relato sugiere algo más.

Los profetas de Israel usaban con frecuencia la “ceguera” y la “sordera” como metáforas para hablar de la cerrazón y la resistencia del pueblo a su Dios. A pesar de vivir su religión como una “alianza” estrecha con Dios, Israel es un pueblo que “tiene ojos, pero no ve” lo que Dios quiere hacer con él; “tiene oídos, pero no oye” lo que Dios le está diciendo. Por eso un profeta invita en nombre de Dios a al pueblo con estas palabras: “Sordos, escuchad y oíd. Ciegos, mirad y ved” (Isaías 42,18)

El sordo sale de su aislamiento. Se deja trabajar por Jesús. Y en el momento en que Jesús y el enfermo se funden en una misma fe y se abren a la acción de Dios, amigo de la vida, la curación se hace realidad. Por primera vez, aquel hombre enfermo empieza a conocer lo que es vivir escuchando a los demás y conversando abiertamente con todos. He escuchado la orden de Jesús, se ha abierto y ahora es capaz de vivir escuchando la Buena Noticia y comunicándola a otros. ¿No es esta la experiencia que necesitamos vivir nosotros?

Hemos de dejarnos trabajar por él para ser sus discípulos y seguidores. Si vivimos sordos a su mensaje, si no entendemos bien su proyecto ni captamos su amor a los que sufren, no escucharemos la vida como la escuchaba él ni llegará hasta a nosotros el clamor de los que sufren como llegaba hasta el fondo de su corazón. Si nos mantenemos “sordos” a las palabras de Jesús, seremos como “tartamudos” al anunciar su Buena Noticia.

Al parecer en algunas comunidades cristianas se leía e interpretaba la vida y la actuación de Jesús a la luz de las promesas recogidas en el libro de Isaías. En una de sus páginas podemos leer estas palabras: “Ánimo no temáis; mirad a vuestro Dios… viene en persona a salvaros… los oídos del sordo se abrirán… la lengua del mudo cantará”. (Isaías 35, 4-6) . Esta salvación nos ha llegado en Jesús.

- ¿Tengo la impresión de vivir sin escuchar desde el fondo de mí ser la voz de Jesús? ¿Qué es lo que más impide estar abierto a su Evangelio y a su espíritu?

- ¿Sé confesar mi fe en Jesucristo con mi palabra y con mi estilo de vivir o soy un cristiano mudo? ¿Callo y oculto a veces mi identidad cristiana? ¿Por qué?

- Habla con Jesús acerca de tus resistencias a su llamada.


- ARTICLE ESCRIT PER FRANCISCO JAVIER CONEJO SALVADOR, OFS,
PUBLICAT AL BUTLLETÍ DE L’ORDE FRANCISCÀ SECULAR DE CATALUNYA.
ANY 30 – MARÇ 2025 - NÚM. 285 


Desde el corazón de la Bíblia (4)

 

DESDE EL CORAZÓN DE LA BIBLIA.

PARA LA REFLEXION PERSONAL.
De José Antonio Pagola, de "Grupos de Jesús".

"Este es mi Hijo Amado. Escuchadle a Él". (Mateo 17, 1-8)

 

Francisco Javier Conejo Salvador, OFS

 

Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de Santiago, y los llevó aparte, a una montaña alta. Allí se transfiguró en presencia de ellos; su rostro resplandeció como el sol y su ropa se volvió blanca como la luz. En esto, se aparecieron Moisés y Elías conversando con Jesús. Pedro dijo a Jesús:

—Señor, ¡qué bien que estemos aquí! Si quieres, levantaré tres albergues: uno para ti, otro para Moisés y otro para Elías.

Mientras estaba aún hablando, apareció una nube luminosa que los envolvió y de la cual salió una voz que dijo: «Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él. ¡Escúchenlo!».

Al oír esto, los discípulos se postraron sobre su rostro, aterrorizados. Pero Jesús se acercó a ellos y los tocó.

—Levántense —dijo—. No tengan miedo.

Cuando alzaron la vista, no vieron a nadie más que a Jesús.

La escena es conocida tradicionalmente como la “transfiguración de Jesús. No es posible reconstruir la experiencia que dio origen a ese relato sorprendentemente. Solo sabemos que los evangelistas le dan una importancia central. No es extraño. No se narra aquí un episodio más de la vida ordinaria de Jesús con sus discípulos, sino una experiencia muy especial en la que éstos pueden entrever algo de la verdadera identidad de Jesús.

También para nosotros es un relato de gran importancia, pues nos invita a despertar nuestra fe y recordar que ese Jesús que va por delante de nosotros en este recorrido es el Hijo de Dios encarnado.

Sólo el rostro de Jesús irradia luz. Todos los demás profetas, maestros, teólogos y doctores tienen el rostro apagado. Sólo Jesús tiene la última palabra.

Escudadle a Él hasta el fondo es una experiencia a veces dolorosa, pero siempre curadora y gratificante. Jesús no es el que habíamos imaginado desde nuestros esquemas, prejuicios o tópicos. Su misterio nos desborda. Su rostro adquiere más luz. Su vida, su muerte y su resurrección nos atraen cada vez más.

Casi sin darnos cuenta, Jesús está transformando nuestras vidas. Nos arranca de seguridades muy queridas para atraernos hacia una vida más auténtica y gozosa. En Él descubrimos a alguien que conoce la verdad última. Alguien que sabe por qué y para qué vivir. Alguien que nos enseña las claves para construir un mundo más justo y humano, y una Iglesia más fiel a su misión y más feliz.

- ¿Necesito momentos de retiro y recogimiento para encontrarme a solas con Jesús? ¿Tengo tiempos y lugares reservados para asegurar regularmente estos encuentros?

- ¿Ocupa Jesús un lugar único e insustituible en mi vida? ¿En qué se nota? El Cristo a quien invoco, en el que creo, el que sostiene y guía mi vida ¿irradia luz o se ha ido apagando en mi corazón?

 

- ARTICLE ESCRIT PER FRANCISCO JAVIER CONEJO SALVADOR, OFS,
PUBLICAT AL BUTLLETÍ DE L’ORDE FRANCISCÀ SECULAR DE CATALUNYA.
ANY 30 – FEBRER 2025 - NÚM. 284 




Desde el corazón de la Bíblia (3)

DESDE EL CORAZÓN DE LA BIBLIA.

PARA LA REFLEXION PERSONAL.
De José Antonio Pagola, de "Grupos de Jesús".


"Pedid, buscad, llamad" (Lucas11,9-13)


Francisco Javier Conejo Salvador, OFS

"Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?"

La confianza de Jesús es absoluta. La quiere contagiar a sus discípulos con fuerza. No sabemos exactamente cómo se expresó, pero los evangelistas han recogido sus palabras de forma lapidaria: “El que pide, está recibiendo. El que busca, está hallando. Y al que llama, se le abre”. Los giros que usa al hablar sugieren que está hablando de Dios, aunque evita nombrarlo. Por eso se puede traducir así: “pedid y Dios se os dará. Buscad y Dios se dejará encontrar. Llamad y Dios se os abrirá”.

Curiosamente, en ningún momento se dice qué es lo que hemos de pedir, qué es lo que de buscar ni a qué puerta hemos de llamar. Lo importante para Jesús es la actitud: cómo vivimos ante Dios. Si hacemos nuestro recorrido suplicando, buscando, llamando, conscientes de nuestra insuficiencia, pero poniendo toda nuestra confianza en Dios, nos veremos atraídos hacia la conversión: Dios se nos abrirá.

Aunque las tres invitaciones de Jesús apuntan a la misma actitud de fondo, parecen sugerir matices algo diferentes. “Pedir” es suplicar algo que hemos recibir de otro como regalo, pues no podemos dárnoslo a nosotros mismos; es la actitud ante Dios: Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo concederá”. “Buscar” es rastrear, indagar algo que se nos oculta, pues está encubierto o escondido; es la actitud ante el reino de Dios: “Buscad ante todo el reino de Dios y su justicia”. “Llamar” es gritar, atraer la atención de alguien que no parece escucharnos; es la actitud de los salmistas cuando sienten a Dios lejano: “A ti grito, Señor, inclina tu oído hacia mí, no te quedes lejos, respóndeme, ven en mi ayuda”.

Pero Jesús no sólo desea despertar estas actitudes en sus discípulos. Quiere sobre todo avivar su confianza en Dios. No les da explicaciones complicadas. Jesús es sencillo y de corazón humilde. Les pone tres comparaciones que pueden entender muy bien los padres y madres que hay entre sus seguidores.

“Qué padre o madre, cuando el hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pez le dará una de esas culebras de agua? ¿O si le pide un huevo le dará un escorpión apelotonado de los que se ven por la orilla del lago?

¿Tengo yo la experiencia de que, cuando pido a Dios, estoy recibiendo algo…que, cuando busco, estoy encontrando algo en mi interior…que, cuando llamo, ya no estoy tan solo? ¿Se me hace Dios presente en esa oración, aunque mis rezos no sirvan para resolverme mis problemas concretos?

¿He descubierto que necesito pedir a Jesús su Espíritu Santo? ¿Por qué no introduzco esta costumbre en mi vida? ¿Empiezo a pedir desde ahora el Espíritu de Jesús para mis hijos e hijas, para mis amigos, para la gente más alejada, para la Iglesia, para el mundo entero? ¿No es hermoso que haya una voz más pidiendo a Dios su Espíritu a Dios su Espíritu alentador y dador de vida? 

- ARTICLE ESCRIT PER FRANCISCO JAVIER CONEJO SALVADOR, OFS,
PUBLICAT AL BUTLLETÍ DE L’ORDE FRANCISCÀ SECULAR DE CATALUNYA.
ANY 29 – DESEMBRE 2024 - NÚM. 282


Desde el corazón de la Biblia. (2)

 

DESDE EL CORAZÓN DE LA BIBLIA.

PARA LA REFLEXION PERSONAL.
De José Antonio Pagola, de "Grupos de Jesús".

"Venid a mí los que estáis cansados y agobiados". Mateo 11,25-30


Francisco Javier Conejo Salvador, OFS

En aquel momento tomó la palabra Jesús y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Un día, Jesús desnudó su corazón y descubrió lo que sentía en su interior al ver lo que estaba ocurriendo. Lleno de alegría alabó a Dios delante de todos: “Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has dado a conocer a los sencillos”.

Los “sabios y entendidos” creen saberlo todo, pero no entienden nada. Tienen su propia visión docta de Dios y de la religión. No necesitan aprender nada nuevo de Jesús. Su corazón endurecido les impide abrirse con sencillez y confianza a la revelación del Padre a través de su Hijo. Con esta actitud no será difícil hacer un recorrido de conversión. Si ya lo sabemos todo, ¿qué vamos a aprender de Jesús, de su Padre o de su proyecto del reino de Dios?

La actitud de la gente sencilla es diferente. No tienen acceso a grandes conocimientos religiosos, no asisten a las escuelas de los grandes maestros de la ley, tampoco cuentan mucho en la religión del Templo. Su manera de entender y de vivir la vida es más sencilla. Ellos van a lo esencial. Saben lo que es sufrir, sentirse mal y vivir sin seguridad. Por eso se abren con más facilidad y confianza a Dios que les anuncia Jesús. Están dispuestos a dejarse enseñar por él. El Padre les está revelando su amor a través de sus palabras y de su vida entera. Entienden a Jesús como nadie. ¿No es esta la actitud que hemos de despertar en nosotros?

“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados”. Es la primera llamada. Está dirigida a todos los que viven la religión como un peso, los que se sienten agobiados por doctrinas complicadas que les impide captar la alegría de un Dios Amigo y Salvador.

“Cargar con mi yugo…porque es llevadero y mi carga ligera”. Es la segunda llamada. Hay que cambiar de yugo. Hemos de coger el de Jesús, que hace la vida más llevadera. No porque Jesús exige menos, sino porque propone lo esencial: el amor que libera a las personas y despierta en el corazón humano el deseo de hacer el bien y el gozo de la alegría fraterna.

"Aprender de mí, que soy manso y humilde de corazón”. Es la tercera llamada. Hemos de aprender a cumplir la ley y vivir la religión como lo hacía Jesús, con su mismo espíritu. Jesús hace la vida más clara, más sencilla y más humilde. Libera lo mejor que hay en nosotros y nos enseña a vivir de manera más digna y humana.

- ¿Me resulta un peso la religión y la moral tal como se viven en nosotros?

- ¿Hay algo que me hace sufrir de manera especial? ¿Qué puedo hacer para vivir con más paz?

- Cuando me encuentro agobiado por los problemas, cansado de seguir luchando, ¿suelo ir a Jesús para encontrar respiro, descanso y aliento nuevo? ¿No necesito aprender a relacionarme con él de otra manera?

- ARTICLE ESCRIT PER FRANCISCO JAVIER CONEJO SALVADOR, OFS,
PUBLICAT AL BUTLLETÍ DE L’ORDE FRANCISCÀ SECULAR DE CATALUNYA.
ANY 29 – NOVEMBRE 2024 - NÚM. 281






Desde el corazón de la Biblia. (1)

DESDE EL CORAZÓN DE LA BIBLIA.

PARA LA REFLEXION PERSONAL.
De José Antonio Pagola, de "Grupos de Jesús".


"¡Ánimo! Soy yo. No temáis". (Mateo 14, 24-33)

Francisco Javier Conejo Salvador, ofs

La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario. Y a la cuarta vigilia de la noche vino El hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar. Pero, al instante les habló Jesús diciendo: « ¡Animo!, que soy yo; no temáis.» Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir donde ti sobre las aguas.» « ¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: « ¡Señor, sálvame!» Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?» Subieron a la barca y amainó el viento. Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: «Verdaderamente eres Hijo de Dios.»

Eran tiempos difíciles para la joven comunidad cristiana en la que Mateo escribía su Evangelio. Se había enfriado el entusiasmo de los primeros tiempos. Los conflictos y tensiones con los judíos eran fuertes. ¿Se hundiría la fe de aquellos creyentes? Lo primero que necesitaban era descubrir la presencia de Jesús en medio de la crisis.

Los cristianos que escuchan este relato lo entienden enseguida. Conocen el lenguaje de los salmos y saben que “las aguas profundas”, “la tempestad”, “las tinieblas de la noche”… son símbolo de inseguridad, angustia e incertidumbre. ¿No es esta la situación de aquellas fraternidades, comunidades, amenazadas desde fuera por el rechazo y la hostilidad, y tentadas desde dentro por el miedo y la poca fe? ¿No es esta nuestra situación?

Jesús les parece un “fantasma”, algo no real, una ilusión falsa… Los miedos en la comunidad cristiana son uno de los mayores obstáculos para reconocer a Jesús y seguirlo con fe como “Hijo de Dios” que nos acompaña y nos salva en las crisis.

Jesús les dice las tres palabras que necesitan escuchar: “Ánimo. Soy yo. No tengáis miedo”. “Ánimo”: Jesús viene a infundir ánimo y sembrar esperanza en el mundo. “Soy yo”: no es un fantasma, sino alguien vivo, lleno de fuerza salvadora. “No tengáis miedo”: hemos de confiar y aprender a reconocerlo junto a nosotros en medio de las crisis, peligros y dificultades.

Pedro bajó de la barca y “se pudo a caminar sobre las aguas yendo hacia Jesús”. Esto es esencialmente la fe cristiana. “Caminar hacia Jesús, dar pasos día a día orientando nuestra vida hacia él. “Sobre las aguas”, sin otro apoyo firme que no sea su Palabra. Sostenidos por su presencia misteriosa en nuestra vida. ¿Estamos dispuestos a hacer esta experiencia?

Jesús, que está atento y pendiente de Pedro, no permanece indiferente a este grito. Según el relato, “le tiende su mano”, “lo agarra”, y “le dice”: “Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?”. Tal vez en medio de la crisis y de la noche cuando aprendemos a creer con más verdad en la fuerza salvadora que se encierra en Jesús.


- ¿Está mi fe en crisis, se va apagando o va creciendo?

- ¿Dónde y cómo puedo yo sentir la mano tendida de Jesús que me agarra y me quita los miedos y no deja que me hunda?

- ¿Qué estamos aportando a la sociedad y a la Iglesia los que escuchamos el Evangelio de Jesús? ¿Ánimo o desaliento? ¿Esperanza o pesimismo? ¿Palabras o compromiso?


- ARTICLE ESCRIT PER FRANCISCO JAVIER CONEJO SALVADOR, OFS,
PUBLICAT AL BUTLLETÍ DE L’ORDE FRANCISCÀ SECULAR DE CATALUNYA.
ANY 29 – SETEMBRE 2024 - NÚM. 279