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Desde el corazón de la Bíblia (7)

DESDE EL CORAZÓN DE LA BIBLIA.

PARA LA REFLEXION PERSONAL.
De José Antonio Pagola, de "Grupos de Jesús".

"Poneos en camino". Lucas 10,1-9

Francisco Javier Conejo, OFS

En aquel tiempo designó el Señor otros setenta y dos, y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía:

- ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforjas, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: “Paz a esta casa”. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no volverá a vosotros… Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya y decid: “Está cerca de vosotros el reino de Dios”.

La misión de colaborar con él en el proyecto del reino de Dios no la confía Jesús solo al pequeño grupo de apóstoles, sino a un número más amplio de setenta y dos discípulos. Este número es significativo, pues, según la tradición judía, son setenta y dos las naciones que hay en el mundo. Podemos decir que las directrices que da Jesús a sus discípulos son las que nos pueden inspirar a todos los evangelizadores de todos los tiempos.

“Ponerse en camino”. Nunca ha imaginado Jesús a sus discípulos como un grupo cerrado: una comunidad preocupada solo de cuidar y desarrollar su propia religión. Los llama para poner en marcha un movimiento profético que viva caminando según la lógica del envío: saliendo de sí mismos para anunciar a todos los pueblos la Buena Noticia de Dios y para abrir caminos a su reino.

Lo sorprendente es que Jesús no está pensando en lo que han de llevar consigo, sino precisamente en lo contrario: lo que no han de llevar, no sea que se distancien demasiado de los más pobres. Para anunciar la Buena Noticia de Dios y abrir caminos al proyecto humanizador del Padre, los medios más adecuados no son el dinero y el poder, sino los medios pobres de los que se sirvió Jesús: la acogida a cada persona, el amor servicial a los más necesitados, la defensa de los últimos, el ofrecimiento del perdón de Dios, la creación de una sociedad más fraterna.

Los cristianos eran conscientes de que las consignas de Jesús a sus discípulos no se podían aplicar en todas las partes y en todas las situaciones de la misma manera. Lucas las recoge porque son una invitación permanente a vivir con radicalidad las exigencias básicas de la tarea evangelizadora. Siempre hemos de revisar nuestros comportamientos para ver cómo traducir en nuestros días el espíritu que alienta las palabras de Jesús.

No caminaremos descalzos y sin dinero, pero nuestro estilo de vida deberá dejar claro que nos identificamos con los pobres e indefensos y no con los ricos y poderosos. No andaremos de casa en casa en casa saludando por la paz, pero no tendrán que ver como hombres y mujeres de paz por nuestra actitud fraterna amistosa con todos, incluso con los adversarios. No utilizaremos el poder del dinero, la prepotencia ni las presiones para evangelizar, sino los medios pobres que Jesús empleaba.

- ¿Vivo en algún momento dedicado a curar la vida y abrir caminos al proyecto humanizador de Dios? ¿Vivo de ordinario encerrado en mis propios intereses personales, familiares, laborales …?

- ¿Soy capaz de asumir riesgos en la tarea evangelizadora? ¿Cuándo me cuesta más ser coherente con mi decisión con seguir a Jesús?

 - ARTICLE ESCRIT PER FRANCISCO JAVIER CONEJO, OFS,
PUBLICAT AL BUTLLETÍ DE L’ORDE FRANCISCÀ SEGLAR DE CATALUNYA.
ANY 30 – MAIG 2025 - NÚM. 287