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DE LA TOF A LA OFS.

DE LA TOF A LA OFS.


Fra Julián Pascual, OFMConv


Las Terceras Órdenes nacieron en el siglo XII, al acogerse los seglares a asociarse bajo la dirección espiritual de las Órdenes Religiosas de aquel tiempo. Francisco de Asís fue el catalizador del renacer espiritual de los seglares. Su vida pobre y penitente y su predicación sencilla, sedujo a la gente hacia el ideal de la penitencia. Todos querían ponerse bajo su dirección. 

Las Florecillas narran el origen inmediato de la Tercera Orden Franciscana (que aún no se llamaría así): “… San Francisco se puso a predicar, mandando antes a las golondrinas que, cesando en sus chirridos, guardasen silencio hasta que él hubiera terminado de hablar. Las golondrinas obedecieron. Y predicó con tanto fervor, que todos los del pueblo, hombres y mujeres, querían irse tras él movidos de devoción, abandonando el pueblo. Pero San Francisco no se lo consintió, sino que les dijo: no tengáis prisa, no os vayáis de aquí; ya os indicaré lo que debéis hacer para la salvación de vuestras almas. 

Entonces le vino la idea de fundar la Orden Tercera para la salvación universal de todos”. (Flor 16).

En el siglo XV, La Santa Sede, concedió a las Órdenes Religiosas el agregar asociaciones laicales en forma de Terceras Órdenes.

El Código de Derecho Canónico las define así: “…asociaciones cuyos miembros participando en el siglo del espíritu de algún Instituto Religioso, llevan una vida apostólica y buscan la perfección cristiana, balo la alta dirección del mismo instituto” (Canon 303).

La paternidad de las Terceras Órdenes se atribuye a Francisco de Asís, a pesar de que ya antes de él existían asociaciones laicales dependientes de Órdenes Religiosas.

La novedad de Francisco fue hacer de ellas gente comprometida con el mundo, con las realidades temporales de su tiempo y con el Evangelio. Los envía a la evangelización sin más Regla que el Evangelio. Su Carta Magna es la Carta a todos los fieles.

Para Francisco la Tercera Orden es la respuesta apropiada a las urgencias históricas de su tiempo. Son los regeneradores de la sociedad. Esta preocupación e implicación en los asuntos reales, poco a poco, se fue diluyendo; incrementando el crecimiento espiritual, se fue dejando el papel renovador que Francisco pretendía. La espiritualización personal priva sobre la misión.

La consecuencia de todo esto es la división en la Iglesia en Iglesia docente (Papa, Obispos y Jerarquía) e Iglesia discente (seglares) cuya forma de vida es escuchar y aceptar lo que se les propone.

Contra esta idea de Iglesia surge una corriente anticlerical e individualista. El concepto de Iglesia vertical con preponderancia de la jerarquía sobre los fieles se hizo cada vez más rígida.

A partir del Concilio de Trento la negación luterana de la autoridad del Papa y de los Obispos provocó en el mundo católico una reacción de culto a la jerarquía, que llevó a la definición de la Iglesia como sociedad en la que la distinción y la desigualdad es máxima entre quienes mandan y quienes obedecen, entre clérigos y seglares.

La Iglesia se entendía como sociedad desigual y jerárquica que acentúa el sacerdocio ministerial como único sacerdocio en la Iglesia. Es la idea de Iglesia que se tendrá durante más de tres siglos. Los seglares no tienen misión por derecho propio sino sólo como concesión de la jerarquía.

El Concilio Vaticano II, con la Constitución Lumen Gentium revolucionó la presencia activa de los laicos en la vida y misión de la Iglesia. Presenta la Iglesia como misterio de comunión. Todos los cristianos siguen al único Cristo y todos llevan a cabo la única misión.

Es a raíz de aquí cuando se descubre la propia identidad de la Orden Tercera Seglar, no como colaboradores sino como partícipes de la única misión. Los franciscanos, dentro de la Familia Franciscana, descubren una única misión con rasgos muy distintos. Los seglares protagonistas y responsables de la única misión de Cristo y de la Iglesia. Los miembros de la Tercera Orden no respetan o reemplazan a los Religiosos y Clarisas, sino que participan de su propia identidad con todas sus potencialidades y limitaciones. 

Porque la Familia Franciscana no es una familia desigual sino que la común pertenencia al carisma, precede a toda distinción de ministerios, servicios y caminos personales.

Desaparece la desigualdad en la Iglesia. La igualdad básica se da entre personas diferentes que caminan por sendas distintas.

Los documentos del Concilio son profundizados y aplicados, adaptando la Regla y Constituciones a la idea original de Iglesia.

Es la Iglesia sinodal de misión compartida de la que tanto se nos habla hoy.

De esta Iglesia sinodal es de la que forma parte la OFS.


- ARTICLE ESCRIT PER FRA JULIÁN PASCUAL, OFMCONV
PUBLICAT AL BUTLLETÍ DE L’ORDE FRANCISCÀ SECULAR DE CATALUNYA.
ANY 27 – JUNY 2022 - NÚM. 256.