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Pistas Cuaresmales que sugieren las Admoniciones de San Francisco de Asís.

Pistas Cuaresmales que sugieren las Admoniciones de San Francisco de Asís.

(Formación del día 27 de marzo de 2022).


Fray Antonio Royo, OFM Conv,

ADMONICIONES


1.- EL CUERPO DEL SEÑOR

Dice el Señor Jesús a sus discípulos: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie llega al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais, por cierto, también a mi Padre; y desde ahora lo conoceréis y lo habéis visto. Felipe le dice: Señor, muéstranos al Padre y nos basta. Le dice Jesús: Tanto tiempo llevo con vosotros, ¿y no me habéis conocido? Felipe, el que me ve a mí, ve también a mi Padre. El Padre habita en una luz inaccesible y Dios es espíritu, y a Dios nadie lo ha visto jamás. Y no puede ser visto sino en el espíritu, porque el espíritu es el que vivifica; la carne no es de provecho en absoluto. Ni siquiera el Hijo es visto por nadie en lo que es igual al Padre, de forma distinta que el Padre, de forma distinta que el Espíritu Santo. Por eso, todos los que vieron según la humanidad al Señor Jesús y no lo vieron ni creyeron, según el espíritu y la divinidad, que El era el verdadero Hijo de Dios, quedaron condenados; del mismo modo ahora, todos los que ven el sacramento, que se consagra por las palabras del Señor sobre el altar por manos del sacerdote en forma de pan y de vino, y no ven ni creen, según el espíritu y la divinidad, que es verdaderamente el santísimo cuerpo y sangre de nuestro Señor Jesucristo, están condenados, como atestigua el Altísimo mismo, que dice: Esto es mi cuerpo y la sangre de mi nuevo testamento, que será derramada por muchos; y: Quien come mi carne y bebe mi Sangre, tiene vida eterna.

Así, pues, es el Espíritu del Señor, que habita en sus fieles, el que recibe el santísimo cuerpo y sangre del Señor. Todos los otros, que no participan de ese mismo espíritu y presumen recibirlo, se comen y beben su sentencia. Por eso, ¡Oh Hijos de los hombres!, ¿Hasta cuándo seréis duros de corazón? ¿Por qué no reconocéis la verdad y creéis en el Hijo de Dios? Ved que diariamente se humilla, como cuando desde el trono real, descendió al seno de la Virgen; diariamente viene a nosotros El mismo en humilde apariencia; diariamente desciende del seno del Padre al altar en manos del sacerdote. Y como se mostró a los santos apóstoles en carne verdadera, así también ahora se nos muestra a nosotros en el pan consagrado. Y lo mismo que ellos con la vista corporal veían solamente su carne, pero con los ojos que contemplan espiritualmente creían que El era Dios, así también nosotros, al ver con los ojos corporales el pan y el vino, veamos y creamos firmemente que es su santísimo cuerpo y sangre, vivo y verdadero. Y de esta manera está siempre el Señor con sus fieles, como El mismo dice: Ved que yo estoy con vosotros hasta la consumación del siglo.

Pista cuaresmal: - Ir a Misa diariamente.

2.- EL MAL DE LA VOLUNTAD PROPIA

Dijo el Señor a Adán: De todo árbol puedes comer, pero no comas del árbol del bien y del mal. Podía comer de todo árbol del paraíso, porque no cometió pecado mientras no contravino la obediencia. Come, en efecto, del árbol de la ciencia del bien el que se apropia para sí su voluntad y se enaltece de lo bueno que el Señor dice o hace en él; y de esta manera, por la sugestión del diablo y por la transgresión del mandamiento, lo que comió se convirtió en fruto de la ciencia del mal. Por eso es preciso que cargue con el castigo.

Pista: - Renunciar a la propia voluntad (“ceder”) con más frecuencia.

3.- LA VERDADERA OBEDIENCIA

Dice el Señor en el Evangelio: Quien no renuncie a todo lo que posee, no puede ser discípulo mío; y: Quien quiera poner a salvo su vida, la perderá. Abandona todo lo que posee y pierde su cuerpo aquel que se entrega a sí mismo totalmente a la obediencia en manos de su prelado. Y todo cuanto hace y dice, si sabe que no está contra la voluntad del prelado y mientras sea bueno lo que hace, constituye verdadera obediencia. Y si alguna vez el súbdito ve algo que es mejor y de más provecho para su alma que lo que le manda el prelado, sacrifique lo suyo voluntariamente a Dios y procure, en cambio, poner por obra lo que le manda el prelado. Pues ésta es la obediencia caritativa, porque cumple con Dios y con el prójimo. Pero, si el prelado le manda algo que está contra su alma, aunque no le obedezca, no por eso lo abandone. Y si por ello ha de soportar persecución por parte de algunos, ámelos más por Dios. Porque quien prefiere padecer la persecución antes que separarse de sus hermanos, se mantiene verdaderamente en la obediencia perfecta, ya que entrega su alma por sus hermanos. Pues hay muchos religiosos que, so pretexto de que ven cosas mejores que las que mandan sus prelados, miran atrás y tornan al vómito de la voluntad propia; éstos son homicidas, y, a causa de sus malos ejemplos, hacen perderse a muchas almas.

Pista: - Dar más importancia a la armonía en la convivencia que a llevar la razón.

4.- NADIE SE APROPIE LA PRELACÍA

No vine a ser servido, sino a servir, dice el Señor. Los que han sido constituidos sobre otros, gloríense de tal prelacía tanto como si estuviesen encargados del oficio de lavar los pies a los hermanos. Y cuanto más se alteren por quitárseles la prelacía que el oficio de lavar los pies, tanto más atesoran en sus bolsas para peligro del alma.

Pista: -Pasar todos por el “cargo” que nadie quiere (y si no existe, crearlo).

5.- NADIE SE ENORGULLEZCA, SINO GLORÍESE EN LA CRUZ DEL SEÑOR

Repara, ¡oh hombre!, en cuán grande excelencia te ha constituido el Señor Dios, pues te creó y formó a imagen de su querido Hijo según el cuerpo y a su semejanza según el espíritu. Y todas las criaturas que están bajo el cielo sirven, conocen y obedecen, a su modo, a su Creador mejor que tú. Y aun los mismos demonios no fueron los que le crucificaron, sino fuiste tú el que con ellos le crucificaste, y todavía le crucificas al deleitarte en vicios y pecados. ¿De qué, pues, puedes gloriarte? Pues, aunque fueses tan agudo y sabio que tuvieses toda la ciencia y supieses interpretar toda clase de lenguas y escudriñar agudamente las cosas celestiales, no puedes gloriarte de ninguna de estas cosas; pues un solo demonio sabía de las cosas celestiales, y sabe ahora de las terrenas más que todos los hombres, aunque hubiera alguno que recibiera del Señor un conocimiento especial de la suma sabiduría. Asimismo, aunque fueses el más hermoso y rico de todos y aunque hicieses tales maravillas que pusieses en fuga a los demonios, todas estas cosas te son perjudiciales, y nada de ello te pertenece y de ninguna de ellas te puedes gloriar. Por el contrario, es en esto en lo que podemos gloriarnos: en nuestras flaquezas y en llevar a cuestas diariamente la santa cruz de nuestro Señor Jesucristo.

Pista: - Pedir con frecuencia al Señor un fuerte y sincero “dolor de los pecados”.

6.- IMITACIÓN DEL SEÑOR

Reparemos todos los hermanos en el buen Pastor, que por salvar a sus ovejas soportó la pasión de la cruz. Las ovejas del Señor le siguieron en la tribulación y la persecución, en el sonrojo y el hambre, en la debilidad y la tentación, y en todo lo demás; y por ello recibieron del Señor la vida sempiterna. Por eso es grandemente vergonzoso para nosotros los siervos de Dios que los santos hicieron las obras, y nosotros, con narrarlas, queremos recibir gloria y honor.

Pista: - Conocer mejor la vida de los santos, para imitarles calladamente.

7.- AL SABER SIGA EL BIEN OBRAR

Dice el Apóstol: La letra mata, pero el espíritu vivifica. Son matados por la letra los que únicamente desean saber las solas palabras, para ser tenidos por más sabios entre los otros y poder adquirir grandes riquezas que legar a sus consanguíneos y amigos. También son matados por la letra los religiosos que no quieren seguir el espíritu de las divinas letras, sino prefieren saber sólo las palabras e interpretarlas para otros. Y son vivificados por el espíritu de las divinas letras quienes no atribuyen al cuerpo toda la letra que saben y desean saber, sino que con la palabra, y el ejemplo se la restituyen al altísimo Señor Dios, de quien es todo bien.

Pista: - Atribuir a Dios todo el bien que hagamos y agradecerle que nos lo inspira.

8.- EVÍTESE EL PECADO DE ENVIDIA

Dice el Apóstol: Nadie puede decir: Jesús es el Señor sino en el Espíritu Santo; y: No hay quien haga el bien, no hay ni uno solo. Por lo tanto, todo el que envidia a su hermano por el bien que el Señor dice o hace en él, incurre en un pecado de blasfemia, porque envidia al Altísimo mismo, que es quien dice y hace todo bien.

Pista: - Combatir la envidia con el agradecimiento por el bien ajeno.

9.- EL AMOR

Dice el Señor: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian y orad por los que os persiguen y calumnian. Así, pues, ama de veras a su enemigo el que no se duele de la injuria que se le hace, sino que por el amor de Dios se requema por el pecado que hay en su alma. Y muéstrele su amor con obras.

Pista: - Orar y hacer el bien a los enemigos de la Iglesia.

10.- SUJECIÓN DEL CUERPO

Hay muchos que, al pecar o al recibir una injuria, echan frecuentemente la culpa al enemigo o al prójimo. Pero no es así, porque cada uno tiene en su dominio al enemigo, o sea, al cuerpo, mediante el cual peca. Por eso, dichoso aquel siervo que a tal enemigo, entregado a su dominio, lo mantiene siempre cautivo y se defiende sabiamente de él; porque, mientras hiciere esto, ningún otro enemigo visible o invisible le podrá dañar.

Pista: - Gobernar con sabiduría todos los reclamos del propio cuerpo.

11.- ACTITUD ANTE EL PECADO AJENO

Nada debe disgustar al siervo de Dios fuera del pecado. Y sea cual fuere el pecado que una persona cometa, si, debido a ello y no movido por la caridad, el siervo de Dios se altera o se enoja, atesora culpas. El siervo de Dios que no se enoja ni se turba por cosa alguna, vive, en verdad, sin nada propio. Y dichoso es quien nada retiene para sí, restituyendo al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios.

Pista: - Analizar lo que me suele alterar, para descubrir de qué me apropio sin razón.

12.- COMO CONOCER EL ESPÍRITU DEL SEÑOR

Así puede conocerse si el siervo de Dios tiene el espíritu del Señor: si, cuando el Señor obra por medio de el algo bueno, no por ello se enaltece su carne, pues siempre es opuesta a todo lo bueno, sino, más bien, se considera a sus ojos más vil y se estima menor que todos los otros hombres.

Pista: - Vigilar mis alegrías para no caer en la vanagloria.

13.- LA PACIENCIA

Dichosos los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios. El siervo de Dios no puede saber cuánta paciencia y humildad posee mientras todo le vaya a satisfacción. Mas cuanta paciencia y humildad muestra el día en que le contratarían quienes debieran darle satisfacción, tanta tiene y no más.

Pista: - Agradecer al Señor las contrariedades de la vida porque me muestran cuánta paciencia tengo de verdad.

14.- LA POBREZA DE ESPÍRITU

Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Hay muchos que permanecen constantes en la oración y en los divinos oficios y hacen muchas abstinencias y mortificaciones corporales, pero por sola una palabra que parece ser injuriosa para sus cuerpos o por cualquier cosa que se les quite, se escandalizan y en seguida se alteran. Estos tales no son pobres de espíritu; porque quien es de verdad pobre de espíritu, se odia a sí mismo y ama a los que le golpeen en la mejilla.

Pista: - Agradecer las humillaciones como ocasión de desprendimiento.

15.- LA PAZ

Dichosos los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios. Son verdaderamente pacíficos aquellos que, en medio de todas las cosas que padecen en este siglo, conservan, por el amor de nuestro Señor Jesucristo, la paz de alma y cuerpo.

Pista: - Conservar siempre, por amor a Dios, un ánimo sereno.

16.- LA LIMPIEZA DE CORAZÓN

Dichosos los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Son verdaderamente de corazón limpio los que desprecian lo terreno, buscan lo celestial y nunca dejan de adorar y contemplar al Señor Dios vivo y verdadero con corazón y ánimo limpio.

Pista: - Frecuentar la adoración al Santísimo con humildad y agradecimiento.

17.- EL SIERVO DE DIOS HUMILDE

Dichoso aquel siervo que no se enaltece más por él bien que el Señor dice y obra por su medio, que por el que dice y obra por medio de otro. Comete pecado quien prefiere recibir de su prójimo mientras él no quiere dar de sí al Señor Dios.

Pista: - Dar más que lo que recibo.

18.- COMPASIÓN Y POBREZA INTERIOR

Dichoso el que soporta a su prójimo en su fragilidad como querría que se le soportara a él si estuviese en caso semejante. Dichoso el siervo que restituye todos los bienes al Señor Dios, porque quien se reserva algo para sí, esconde en sí mismo el dinero de su Señor Dios, y lo que creía tener se le quitará.

Pista: - Ser comprensivo como me gustaría que lo fuesen conmigo.

19.- EL PRELADO HUMILDE

Dichoso el siervo que no se tiene por mejor cuando es engrandecido y enaltecido por los hombres que cuando es tenido por vil, simple y despreciable, porque cuanto es el hombre ante Dios, tanto es y no más. ¡Ay de aquel religioso que ha sido colocado en lo alto por los otros y no quiere abajarse por su voluntad! Y dichoso aquel siervo que no es colocado en lo alto por su voluntad y desea estar siempre a los pies de otros.

Pista: - Pedir al Señor la gracia de valorarme como Él me valora.

20.- LA ALEGRÍA ESPIRITUAL Y LA VANA

Dichoso aquel religioso que no tiene placer y alegría sino en las santísimas palabras y obras del Señor, y con ellas incita a los hombres al amor de Dios en gozo y alegría. ¡Ay de aquel religioso que se deleita en palabras ociosas y vanas y con ellas incita a los hombres a la risa!

Pista: - Frecuentar la “lectio divina”.

21.- NO SE BUSQUE LA RECOMPENSA HUMANA

Dichoso el siervo que, cuando habla, no descubre todas sus cosas con la mira en la recompensa y no incurre en ligereza al hablar, sino que previene sabiamente lo que ha de decir y responder. ¡Ay de aquel religioso que no retiene en su corazón los favores que el Señor le manifiesta y, en vez de darlos a conocer a los demás por las obras, prefiere manifestarlos a los hombres por medio de palabras con la mira en la recompensa! Este tal recibe su recompensa, y poco fruto cosechan los que le oyen.

Pista: - No buscar el reconocimiento de los demás por lo que hago bien.

22.- LA HUMILDAD EN LA CORRECCIÓN

Dichoso el siervo capaz de soportar con igual paciencia la instrucción, acusación y reprensión que le viene de otro como la que se da a sí mismo. Dichoso el siervo que, al ser reprendido, acata benignamente, se somete con modestia, confiesa humildemente y expía de buen grado. Dichoso el siervo que no tiene prisa para excusarse y soporta humildemente el sonrojo y la reprensión por un pecado en el que no tiene culpa.

Pista: - No rebatir a quien me corrige.

23.- MÁS SOBRE LA HUMILDAD

Dichoso el siervo que es hallado tan humilde entre sus súbditos como lo sería si se encontrase entre sus señores. Dichoso el siervo que siempre se mantiene bajo la vara de la corrección. Es siervo fiel y prudente el que en ninguna caída tarda en reprenderse interiormente por la contrición, y exteriormente por la confesión y la satisfacción de obra.

Pista: - Confesarme con una periodicidad fija y, hacerlo cuanto antes, si tengo conciencia de haber pecado gravemente.

24.- EL AMOR VERDADERO

Dichoso el siervo que ama tanto a su hermano cuando está enfermo y no puede corresponderle como cuando está sano y puede corresponderle.

Pista: - Servir con especial cariño a quien no puede corresponderme.

25.- MÁS SOBRE EL AMOR

Dichoso el siervo que tanto ama y respeta a su hermano cuando está lejos de él como cuando está con él, y no dice detrás de él nada que no pueda decir con caridad delante de él.

Pista: - Corregir siempre con caridad (como me gustaría ser corregido) y nunca murmurar de los demás.

26.- LOS SIERVOS DE DIOS HONREN A LOS CLÉRIGOS

Dichoso el siervo que mantiene la fe en los clérigos que viven verdaderamente según la forma de la Iglesia romana. Y ¡ay de aquellos que los desprecian!; pues, aun cuando sean pecadores, nadie, sin embargo, debe juzgarlos, porque el Señor mismo se reserva para sí sólo el juicio sobre ellos. Pues cuanto más grande es el ministerio que tienen del santísimo cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo, que ellos reciben y ellos solos administran a otros, tanto más pecado tienen los que pecan contra ellos que los que lo hacen contra todos los otros hombres de este mundo.

Pista: - Rezar por la santidad de los sacerdotes y defenderlos cuando se les critica.

27.- LA VIRTUD AHUYENTA AL VICIO

Donde hay caridad y sabiduría no hay temor ni ignorancia. Donde hay paciencia y humildad, no hay ira ni desasosiego. Donde hay pobreza con alegría no hay codicia ni avaricia. Donde hay quietud y meditación, no hay preocupación ni disipación. Donde hay temor de Dios que guarda la entrada, no hay enemigo que tenga modo de entrar en la casa. Donde hay misericordia y discreción, no hay superfluidad ni endurecimiento.

Pista: - Cultivar todas las virtudes, especialmente las que más me cuesten.

28.- OCÚLTESE EL BIEN PARA QUE NO SE MALOGRE

Dichoso el siervo que atesora en el cielo los bienes que el Señor le muestra, y no desea, con la mira en la recompensa, ponerlos de manifiesto a los hombres, porque el Altísimo mismo pondrá de manifiesto sus obras a quienes le agrade. Dichoso el siervo que guarda en su corazón los secretos del Señor.

Pista: - No presumir nunca de lo que hago bien. 




PISTAS CUARESMALES (Y PARA CUANDO NO ES CUARESMA),  

QUE PUEDEN SUGERIR LAS ADMONICIONES DE SAN FRANCISCO:


1.  - Ir a Misa diariamente.

2.  - Renunciar a la propia voluntad (“ceder”) con más frecuencia.

3.  - Dar más importancia a la armonía en la convivencia que a llevar la razón.

4.  - Pasar todos por el “cargo” que nadie quiere (y si no existe, crearlo).

5.  - Pedir con frecuencia al Señor un fuerte y sincero “dolor de los pecados”.

6.  - Conocer mejor la vida de los santos, para imitarles calladamente.

7.  - Atribuir a Dios todo el bien que hagamos y agradecerle que nos lo inspira.

8.  - Combatir la envidia con el agradecimiento por el bien ajeno.

9.  - Orar y hacer el bien a los enemigos de la Iglesia.

10. - Gobernar con sabiduría todos los reclamos del propio cuerpo.

11. - Analizar lo que me suele alterar, para descubrir de qué me apropio sin razón.

12. -Vigilar mis alegrías para no caer en la vanagloria.

13. - Agradecer al Señor las contrariedades de la vida porque me muestran cuánta paciencia tengo de verdad.

14. - Agradecer las humillaciones como ocasión de desprendimiento.

15. - Conservar siempre, por amor a Dios, un ánimo sereno.

16. - Frecuentar la adoración al Santísimo con humildad y agradecimiento.

17. - Dar más que lo que recibo.

18. - Ser comprensivo como me gustaría que lo fuesen conmigo.

19. - Pedir al Señor la gracia de valorarme como Él me valora.

20. - Frecuentar la “lectio divina”.

21. - No buscar el reconocimiento de los demás por lo que hago bien.

22. - No rebatir a quien me corrige.

23. - Confesarme con una periodicidad fija y, hacerlo cuanto antes, si tengo conciencia de haber pecado gravemente.

24. - Servir con especial cariño a quien no puede corresponderme.

25. - Corregir siempre con caridad (como me gustaría ser corregido) y nunca murmurar de los demás.

26. - Rezar por la santidad de los sacerdotes y defenderlos cuando se les critica.

27. - Cultivar todas las virtudes, especialmente las que más me cuesten.

28. - No presumir nunca de lo que hago bien.