AÑO NUEVO, VIDA NUEVA.
Fra Julián Pascual, ofmconv
El dicho popular “año nuevo, vida nueva”, recoge el sentir de la gente que al comenzar un nuevo año suele plantearse retos y metas nuevos, que le ayudan a mejorar la calidad de su vida, teniendo un mejor control de ella: salud, tiempo libre, formación, deporte…
Es ilusionante el entusiasmo de quien se propone
algo bueno para su vida. Es por eso que se celebra como mucho optimismo el día
primero de enero. Es la Iglesia quien ha señalado el 1 de enero como inicio del
año, cuando el Papa Gregorio XIII, en 1582, estableció el calendario
“gregoriano”. Es el calendario que rige en el mundo cristiano y por adopción en
casi todo el mundo. Este calendario, sustituye al ”juliano”, que Julio César
introdujo en el año 6 antes de Cristo.
La naturaleza tiene su propio calendario, que
comienza en el equinoccio de primavera cuando brota la nueva vida, el nuevo
ciclo de vida. Es tópico prefijar o dejar para el inicio del año una serie de
objetivos que se pretenden alcanzar. Y no es menos cierto que no siempre se
cumplen: por aburrimiento, por cansancio, por dejadez o por imprevistos que lo
imposibilitan. Y tampoco es necesario esperar esta fecha para proponerse unos
buenos retos. Nunca estamos seguros de lo que puede acaecer en el año que se empieza.
Siguen presentes las secuelas de la epidemia que no hemos conseguido superar.
Sufrimos las consecuencias económicas derivadas de las guerras.
Todo ello nos hace estar precavidos y alertados
para preparar estrategias que nos permitan mantener o ampliar la cuota de
dignidad de nuestra vida. Tenemos que aprender a vivir para no desaparecer.
Nos gustaría que el nuevo año fuese un año de
bendición para todos. Pero eso no depende exclusivamente de nosotros. Existen
agentes externos que no podemos controlar. Francisco de Asís tenía claro el
objetivo de su vida: conocer y cumplir la voluntad de Dios. Y esa era la
constante de su oración: saber lo que Dios le estaba pidiendo. Y como este
discernimiento no se consigue completamente nunca, de ahí su perseverancia en
la búsqueda.
A su vez, encuentra la satisfacción de la
revelación de Dios y puede decir frecuentemente: Y el Señor me dio… Y Dios
mismo me reveló… Podría ser el punto de acción y oración de nuestra vida:
conocer y cumplir la voluntad de Dios.
Hágase, no lo que yo quiero, sino lo que Dios
quiere para mí. Para ello hay que tener la disposición a asumir la voluntad de
Dios en lo que el año nos pueda deparar y predisponernos a cumplir lo que
entendemos que dignifica nuestra vida.
Empecemos hermanos, dice San Francisco, porque
hasta ahora poco o nada hemos hecho.
Que el Señor nos bendiga con un Feliz Año 2023.