DESDE EL CORAZÓN DE LA BIBLIA.
PARA LA REFLEXION PERSONAL.
De José Antonio Pagola, de "Grupos de Jesús".
"¡Ábrete!" Marcos 7,31-37.
Francisco Javier Conejo Salvador, OFS
31
Volviendo a salir de la región de Tiro, vino por Sidón al mar de Galilea,
pasando por la región de Decápolis. 32
Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima.
33 Y
tomándole aparte de la gente, metió los dedos en las orejas de él, y
escupiendo, tocó su lengua; 34
y levantando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Effatá, es decir: Sé abierto.
35 Al momento
fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba
bien. 36
Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y
más lo divulgaban. 37
Y en gran manera se maravillaban, diciendo: bien lo ha hecho todo; hace a los
sordos oír, y a los mudos hablar.
El
evangelista Marcos sitúa el episodio en la orilla oriental del lago de Galilea,
en una región habitada mayoritariamente por paganos. Su objetico no es solo
recoger los recuerdos que se conservan entre los seguidores de Jesús sobre la
curación de un sordomudo. El relato sugiere algo más.
Los
profetas de Israel usaban con frecuencia la “ceguera” y la “sordera” como
metáforas para hablar de la cerrazón y la resistencia del pueblo a su Dios. A
pesar de vivir su religión como una “alianza” estrecha con Dios, Israel es un
pueblo que “tiene ojos, pero no ve” lo que Dios quiere hacer con él; “tiene
oídos, pero no oye” lo que Dios le está diciendo. Por eso un profeta invita en
nombre de Dios a al pueblo con estas palabras: “Sordos, escuchad y oíd. Ciegos,
mirad y ved” (Isaías 42,18)
El sordo
sale de su aislamiento. Se deja trabajar por Jesús. Y en el momento en que
Jesús y el enfermo se funden en una misma fe y se abren a la acción de Dios,
amigo de la vida, la curación se hace realidad. Por primera vez, aquel hombre
enfermo empieza a conocer lo que es vivir escuchando a los demás y conversando
abiertamente con todos. He escuchado la orden de Jesús, se ha abierto y ahora
es capaz de vivir escuchando la Buena Noticia y comunicándola a otros. ¿No es
esta la experiencia que necesitamos vivir nosotros?
Hemos de
dejarnos trabajar por él para ser sus discípulos y seguidores. Si vivimos
sordos a su mensaje, si no entendemos bien su proyecto ni captamos su amor a
los que sufren, no escucharemos la vida como la escuchaba él ni llegará hasta a
nosotros el clamor de los que sufren como llegaba hasta el fondo de su corazón.
Si nos mantenemos “sordos” a las palabras de Jesús, seremos como “tartamudos”
al anunciar su Buena Noticia.
Al parecer
en algunas comunidades cristianas se leía e interpretaba la vida y la actuación
de Jesús a la luz de las promesas recogidas en el libro de Isaías. En una de
sus páginas podemos leer estas palabras: “Ánimo no temáis; mirad a vuestro
Dios… viene en persona a salvaros… los oídos del sordo se abrirán… la lengua
del mudo cantará”. (Isaías 35, 4-6) . Esta salvación nos ha llegado en Jesús.
-
¿Tengo la impresión de vivir sin escuchar desde el fondo de mí ser la voz de
Jesús? ¿Qué es lo que más impide estar abierto a su Evangelio y a su espíritu?
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¿Sé confesar mi fe en Jesucristo con mi palabra y con mi estilo de vivir o soy
un cristiano mudo? ¿Callo y oculto a veces mi identidad cristiana? ¿Por qué?
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Habla con Jesús acerca de tus resistencias a su llamada.
PUBLICAT AL BUTLLETÍ DE L’ORDE FRANCISCÀ SECULAR DE CATALUNYA.
ANY 30 – MARÇ 2025 - NÚM. 285