FRA FRANCISCO PESQUERA, OFMCONV.
Muchas veces nos quejamos del egoísmo, la insolidaridad, la falta de
sensibilidad de las personas que nos rodean. Una y otra vez, en la catequesis
o, los sacerdotes en la homilía comentamos textos del Evangelio ahondando en
que nos preocupemos y seamos solidarios unos por otros.
Una manera de motivar a estas actitudes básicas del cristiano se encuentra
en hacer aflorar los testimonios de vida e inquietudes, de los que se
encuentran ayudando a los demás. A partir de ellos puede venir la reflexión de
lo que uno hace y la conversión para tomar decisiones y ponernos a colaborar
nosotros.
Esto lo digo pensando en dos películas que se han estrenado últimamente
sobre un mismo tema: La discapacidad intelectual y el autismo.
En el 2018 “Campeones” de Javier Fesser. La historia muestra cómo Marco
(Javier Gutiérrez), un entrenador de baloncesto, que debido a sus numerosos
problemas profesionales y personales es condenado a hacerse cargo de un equipo
compuesto por personas de discapacidad intelectual. Mientras cumple su pena
entre enfados y sorpresas llega a cambiar su vida. Es una película amable,
llena de anécdotas y vivencias que nos hacen reflexionar, no nos dejan
indiferentes.
Este mismo año hemos podido ver, unas semanas antes del confinamiento, una
película aún más dura con la realidad: “Especiales” de Olivier Nakache y Éric
Toledano. Narra la historia de dos amigos que han creado una asociación para
atender a jóvenes con autismo y severos problemas de conducta. Conjuntamente forman
a jóvenes de barrios marginales para que puedan llegar a ser cuidadores de los
acogidos por autismo. Quizá el mayor valor de la película es que se cuentan
historias reales con las que buscan que los espectadores salgan de la
indiferencia en estos problemas.
Es cumplir ese nuevo mandamiento que nos da Jesús: “Que os améis los unos a
los otros; como yo os he amado” “en esto conocerán todos que sois mis
discípulos” (Jn 13:34-35)
Me permito recordar unos años que viví cercano a los hermanos de Cruz
Blanca en Barcelona con su espiritualidad franciscana. Vi su compromiso de
entrega y alegría del que tanto aprendí y tanto recuerdo. Es, seguir a
Francisco de Asís que, acercándose al leproso, abrazándolo, le dio la
oportunidad de renacer. Hay que agradecer estos testimonios de vida y les
tenemos que aprovechar para que la nuestra quede enriquecida, cambiada para
bien.
- ARTICLE ESCRIT PER FRA FRANCISCO PESQUERA, OFMCONV.,
PUBLICAT AL BUTLLETÍ DE L’ORDE FRANCISCÀ SECULAR DE CATALUNYA.
ANY 25 – JULIOL 2020 - NÚM. 235.