FRA FRANCISCO PESQUERA, OFMCONV.
He recibido una llamada de una
persona que conozco desde su adolescencia, actualmente casado y con hijos. Me
habla de organizar un encuentro con todos los que vivieron alrededor de nuestra
comunidad eclesial durante el mismo periodo. Desde hace tiempo formaron un
grupo de WhatsApp pero añoran el encontrarse.
Me alegro y le digo que les
apoyaré y participaré de esta iniciativa. Es algo que ocurre en estos tiempos
en los que vivimos metidos en este mundo cerrado de familia, trabajos, amigos
circunstanciales y vuelta a empezar. Esta rueda vital se antoja como falta de
fondo y genera la búsqueda de los momentos en los que tomamos las decisiones y
descubrimos amistades que aún llevamos en nuestra imaginación.
Son años recordados con
nostalgia, vividos unidos a un mismo centro vital como era la iglesia donde
participaron en las Eucaristías y en las oraciones vividas con intensidad; las
salas de pastoral donde se llevaron a cabo las conversaciones, las preguntas y
las respuestas de unos y de otros. Allí tuvieron sus más y sus menos
intercambiando excursiones, convivencias y momentos de reflexión que les
ayudaron a enriquecerse.
Es, en definitiva, querer soplar
en las ascuas de un fuego que poco a poco se fue apagando. Unos momentos quizá
engrandecidos por el tiempo transcurridos. Estos encuentros, a veces, quedan en
la nostalgia pero sería de desear que sirvieran para revivir los momentos en los
que tomamos decisiones en la vida.
Espero de este y de otros grupos
de amigos que se reencuentran después de años que les sirva, sino a todos si
algunos, para consolidar amistades sinceras. Amigos que se tengan paciencia en
las limitaciones, se perdonen cuando se hayan equivocado o resalten aciertos
que hayan tenido.
Un amigo de verdad tiene la
confianza de discrepar, ser crítico y corregir con amor el comportamiento que
considera equivocado, como escribía Carlos G. Valles hace ya diversos años:”Un
amigo fiel al lado es la mejor ayuda para conocerse a sí mismo y sin
miedo”(“Viviendo juntos” Ed. Sal Terrae 1985 pag.38).
Seguro que todos tenemos la
experiencia de haber tenido dificultades en la vida, enfermedades, pérdidas de
personas queridas que nos han hecho pasar por etapas de dolor y desconcierto.
En esos momentos ha sido la familia pero, también los amigos, quienes nos han
acompañado en silencio, nos han ayudado o dado algún consejo con el que hemos
ido saliendo adelante.
De una amistad podemos necesitar alguna
vez una ayuda concreta, un favor determinado o cosas parecidas pero, sobre
todo, lo que le pedimos es su cercanía, su calor, su ánimo y su oración, si es
creyente. Buscando este tipo de amistad merece la pena reunirse.
- ARTICLE ESCRIT PER FRA FRANCISCO PESQUERA, OFMCONV.,
PUBLICAT AL BUTLLETÍ DE L’ORDE FRANCISCÀ SECULAR DE CATALUNYA.
ANY 25 – ABRIL 2020 - NÚM. 232.