FRA FRANCISCO PESQUERA, OFMCONV.
Con motivo de cumplirse 100 años de la Carta Apostólica Maximum Illud del Papa Benedicto XV
sobre las misiones, el Papa Francisco convocó, en el mes de octubre pasado, un
mes misionero extraordinario. Con él, el Santo Padre, quiere despertar la
conciencia de la misión y retomar con nuevo impulso la responsabilidad de
proclamar el Evangelio de todos los bautizados. Todo ello me lleva a recordar
el carisma misionero de Francisco de Asís.
La vocación de Francisco desde sus inicios es una vocación para la misión.
Por eso no sorprende la rapidez con la que sus discípulos fueron adquiriendo
conciencia del destino de la fraternidad cada vez más universal queriendo
extender al mundo entero la vida y el mensaje del Maestro. Francisco dejó este
ideal en la Carta a toda la Orden «enviados
al mundo entero para dar testimonio, de palabra y de obra, de la voz de Dios
ante todos los hombres».
Desde el inicio tuvieron serias dificultades de vivir y predicar su
vocación fuera de Italia pues iniciaron, este modo arriesgado de vivir, sin
tener ningún permiso de las autoridades de la Iglesia por lo que allí donde
llegaban eran sospechosos de herejía. Les prohibieron construir pequeñas
iglesias y les expulsaban. En otros lugares como en Hungría, en Alemania y en
otros países transalpinos, tal como leemos en el Anónimo de Perusa, uno de los
escritos sobre los primeros franciscanos, “hubo
hermanos que sufrieron muchas vejaciones tanto por parte del clero como de los
laicos. Algunos fueron asaltados y desnudados a manos de ladrones”. Cuando
volvieron donde Francisco se encontraban muy angustiados.
También Francisco envió a cinco de sus frailes a predicar en tierras de los
sarracenos. Fueron detenidos y conducidos ante el sultán dándoles la orden de
no predicar. No hicieron caso y continuaron predicando, siendo encarcelados
nuevamente. Torturados y, ante la negativa a dejar de predicar, fueron
decapitados sin abdicar de la fe en Cristo Jesús.
Al tener noticia Francisco de su martirio, exclamó: «¡Ahora puedo decir con verdad que tengo cinco verdaderos hermanos
menores!» Ante sus reliquias, trasladadas a Coímbra, San Antonio decidió
pasarse de los canónigos regulares a ser discípulo de Francisco con la
convicción de emular a estos mártires e ir a morir entre los sarracenos. La
providencia cambió su destino.
Este año celebramos los 800 años del encuentro de Francisco con el sultán Melek el Kameldel. Gracias a las
conferencias y debates que hemos tenido la oportunidad de asistir, hemos podido
vivirlo y comprenderlo mejor.
Francisco pudo haber muerto martirizado pero lo cierto que salió, no con la
victoria material, pero si con la libertad de Espíritu de haber hecho uno de
los encuentros de paz más famosos de la historia.
Toda los que pertenecemos a la familia franciscana estamos invitados a ser
misioneros con la palabra y el testimonio con los que tenemos cerca. Rezando o
siendo voluntarios para dar a conocer y ayudar económicamente a aquellos que
están en primera línea.
- ARTICLE ESCRIT PER FRA FRANCISCO PESQUERA, OFMCONV.,
PUBLICAT AL BUTLLETÍ DE L’ORDE FRANCISCÀ SECULAR DE CATALUNYA.
ANY 24 – NOVEMBRE 2019 - NÚM. 227.