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Formación: Acompañar para vivir · La figura del acompañante espiritual

 Formación: Acompañar para vivir.

LA FIGURA DEL ACOMPAÑANTE ESPIRITUAL.

 

Francisco Javier Conejo Salvador, OFS

 

En unos de los encuentros de formación organizados por la Comisión de formación nacional, Fray Buiza habló del acompañante espiritual, que podría ser el asistente espiritual, o el maestro de formación o un hermano profeso de la fraternidad. Y el candidato a este acompañamiento podría ser cualquier hermano profeso que lo pidiera de la fraternidad local.

Creo que es un tema interesante, pero que por el momento, como tantos otros temas interesantes que se proponen a las fraternidades, duermen el sueño de los justos.

En los próximos boletines de la OFS de Cataluña me propongo profundizar en este tema. En este boletín del mes de noviembre mi propuesta es hacer una introducción al tema.

La preocupación por la vida espiritual ha sido una constante en la vida de la Iglesia, ha adquirido formas distintas a lo largo de la historia, ha padecido crisis más o menos profundas y se está recuperando con fuerza en las últimas décadas. La visión teológica del Vaticano II, al tiempo que puso en crisis la clásica dirección espiritual, también facilitó las bases del nuevo planteamiento del acompañamiento espiritual.

La formulación de la catequesis como itinerario de fe, el aporte de las ciencias psicopedagógicas y la necesidad de personalizar la fe ante los retos del mundo contemporáneo han contribuido al interés por el diálogo espiritual. En consecuencia, el papel del catequista y del animador de grupos o comunidades cristianas, o del formador en los movimientos eclesiales, sobre todo si están en procesos básicos de iniciación o formación, tiene unos perfiles nuevos, entre los que destaca la preocupación personal por cada componente y su crecimiento en la fe.

En la actualidad, cada día cobra más vigor la concepción de la persona como un todo dinámico, formado por los componentes de la personalidad, los cambios psicológicos y las influencias del entorno socio-cultural. El conjunto de la existencia humana se entiende como un proceso en el que el éxito conlleva superar no pocas dificultades; además nadie puede suplantar a la persona en la difícil y apasionante tarea de hacerse cargo de su vida. (ni siquiera el Espíritu Santo puede suplir este ejercicio de libertad).

El acompañamiento espiritual puede ayudar a tomar conciencia y a buscar salidas, pero sólo el interesado puede responder desde sí mismo a su propia maduración, a la voluntad de Dios y a los retos que desde fuera le llegan. Este cambio de enfoque en la dirección espiritual está avalado por múltiples estudios desde diferentes puntos de vista y por la experiencia eclesial de muchas personas y grupos.

En la vida de todo creyente hay un antes y un después, - un vivir la fe “por inercia” - a no poder vivir ya la vida sin la fe. Esto que debería ocurrir en todo creyente, y seguro que ocurre, otra cosa es que no nos demos cuenta… estamos tan entretenido en las “cosas de Dios” y no “en Dios” (Cardenal Van tu Han) que ni nos damos cuenta, pero Francisco si, Francisco, si se dio cuenta. Francisco de Asís es, en primer lugar, un itinerario viviente, dinámico: el itinerario de la Fe. Su aventura humana y espiritual es la de un creyente que, súbitamente, toma en serio su Fe. Pasar de una religión, tan bien «asimilada» y «aseptizada» que ya no molesta a nadie, al riesgo de la Fe, no es algo trivial. Esto es lo que le aconteció a Francisco.

Estamos en el año 1204-5. ¡Tiene 25 años! Rico, hábil en los negocios, de compañía y conversación agradables, posee todo lo necesario para seducir, triunfar y deslumbrar. Y no se priva de ello. Fácilmente excéntrico, le gusta hacerse notar. Ambicioso, sueña con asir la vida a manos llenas. Los honores militares, la gloria y la celebridad asedian su mente. Pero el ensueño de Dios sobre el hombre es aún mayor. Algunos fracasos, un año de cárcel, un año de enfermedad le golpean duramente. Su descompás choca con la realidad. Sus sueños se cuartean. ¿Tras qué corro? Un gran vacío se apodera de él. Tiene sed de otra cosa. Pero, ¿de qué? ¡La Fe es, en primer lugar, una pregunta! El Espíritu lo deja insatisfecho de sí mismo. La carrera militar y el negocio pierden atractivo. Toma distancias. Su ambición se interioriza. Y es cuando se dejó sentir en su alma el poder de una penetrante voz que le decía: "Francisco, ¿quién podrá darte mayores grandezas y favores, el Señor o el esclavo?". "El Señor", respondió prontamente Francisco. "Pues, entonces, ¿por qué dejas al Señor por el siervo y al príncipe por sus vasallos?". Comprendió Francisco que era Dios quien le hablaba, y exclamó como Saulo en ocasión parecida: "Señor, ¿qué queréis que haga?". Y empieza el combate de la Fe, que le marcará de por vida. «Lleno de un nuevo y singular espíritu, oraba en lo íntimo a su Padre... Sostenía en su alma tremenda lucha... uno tras otro se sucedían en su mente los más varios pensamientos» (1Cel 6). ¡Pasar de las ambiciones personales al Proyecto de Dios... no es cosa fácil!: - Presiente un nuevo camino de libertad, una nueva dirección capaz de saciar su hambre de vida..., - pero el hombre teme siempre perder sus «proyectos» inmediatos para entrar en el futuro de Dios. - Francisco descubre que la Fe es una tenue luz en la noche. Renunciar a guiar la propia vida uno solo, a fin de abandonarse al querer de Dios, entrar en su Proyecto de amor para con nosotros..., eso es el misterio de la Fe. Francisco ilustra esa apuesta de la Fe.

 

- ARTICLE ESCRIT PER FRANCISCO JAVIER CONEJO, OFS,
PUBLICAT AL BUTLLETÍ DE L’ORDE FRANCISCÀ SECULAR DE CATALUNYA.
ANY 27 – NOVEMBRE 2022 - NÚM. 260.