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DE PENITENTES A TERCIARIOS.

 DE PENITENTES A TERCIARIOS

 

Fra Julián Pascual, ofmconv.

 

Desde los inicios de la Iglesia se vivió una doctrina y práctica penitencial. El bautizado, que cometía pecado, podía obtener el perdón “haciendo penitencia”, convirtiéndose. El pecador, que quería convertirse o cambiar de vida, ingresaba en la Orden de los Penitentes, permaneciendo en ella hasta cumplir la expiación fijada por la comunidad eclesial. Éstos eran los penitentes obligados. Existían también los penitentes voluntarios, que con la penitencia buscaban una vida más perfecta: el movimiento penitencial.

Este movimiento penitencial se revitalizó a raíz de la Reforma Gregoriana del siglo XI y siguientes. El contacto con el Evangelio y su vida, impulsó a los laicos a comprometerse en la lucha por el Papado y la reforma de la Iglesia: simonía y concubinato clerical y otras normas evangélicas tanto o más exigentes como la vida de penitencia: la pobreza absoluta y la predicación itinerante del Evangelio, al estilo de los Apóstoles. En esa implicación renovadora, descubren y reclaman sus derechos eclesiales. En virtud de su Bautismo y por mandato explícito de Jesús, estaban obligados a vivir el Evangelio, alcanzar la perfección y llevar el anuncio salvador al mundo. Estar en el mundo y vivir en el mundo era para ellos una buena opción vocacional. Multitud de fieles, hombres y mujeres, recorren los caminos de Europa, predicando el Evangelio y viviendo en absoluta pobreza. Es el movimiento penitencial revitalizado.

La Iglesia lo acoge con recelo por el riesgo de caer en manos de movimientos heréticos (Cátaros y Valdenses), porque eran gente de muy buena voluntad, pero de escasa preparación doctrinal. Es a finales del siglo XI, cuando surgen las primeras “comunidades penitenciales”, que posteriormente se generalizarán y adquirirán forma asociativa.



Fue Francisco de Asís el que dio un fuerte impulso a la penitencia voluntaria de los seglares, porque él mismo fue, desde su conversión, un hombre de la penitencia. “El Señor me dio de esta manera, a mí el hermano Francisco, el comenzar a hacer penitencia” (Test 1). Y los primeros hermanos eran conocidos como los varones penitentes de Asís (Cf Tc 37).

La penitencia no era algo circunstancial, sino un “modo de penitencia”, un estado de vida. Y cuando Francisco empieza su actividad apostólica, empezó a anunciar la perfección del Evangelio, predicando a todos, con sencillez, la penitencia. Su vida pobre y penitente y su predicación sencilla, arrastraba a muchos laicos al ideal de la penitencia. Hombres y mujeres de toda clase y condición, acudían a oír a Francisco, que los seducía a pesar de su palabra escasamente adornada, pero dulce y fascinante (Cf. 1 Cel 36).

Y cuando envía a sus hermanos por el mundo les dice: “Vayamos por el mundo, exhortando a todos, más con el ejemplo que con las palabras, a hacer penitencia de sus pecados”. Francisco, comprendió mejor que nadie de su tiempo las aspiraciones de los seglares y los encaminó hacia un estilo de vida más conforme al Evangelio, en una institución que respondió a la urgencia de su tiempo: la Tercera Orden. Su precedente remoto se dio en los monasterios, cuando muchos seglares, deseosos de una segura salvación eterna, participaban de la vida espiritual y material de los monjes. Y el origen más inmediato fue la tendencia de los laicos del siglo XII al asociacionismo bajo la dirección espiritual de las órdenes religiosas. Así comenzaron las Terceras Órdenes, en las Órdenes mendicantes.

 

- ARTICLE ESCRIT PER FRA JULIAN PASCUAL, OFMCONV.,
PUBLICAT AL BUTLLETÍ DE L’ORDE FRANCISCÀ SECULAR DE CATALUNYA.
ANY 27 – MARÇ 2022 - NÚM. 253.