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DESDE MI RINCÓN (Octubre 2020)

 FRANCISCO JAVIER CONEJO, OFS



  Hoy me gustaría compartir con vosotros la importancia del discernimiento espiritual.

  La necesidad de buscar el bien y distinguirlo del mal en este mundo, la necesidad de descubrir incluso más el bien que el mal, de distinguir entre lo bueno y lo menos bueno, entre lo más bueno y lo óptimo, a partir de indicios que nos vienen dados por la misma realidad desde fuera y que no son simplemente elegidos desde cada uno de nosotros, todo esto me parece que es algo esencial, constitutivo, del ser humano como ser orientado a actuar con libertad y responsabilidad en relación con Dios, si uno es creyente, y en relación con el entorno y con los demás aunque no fuera creyente.

  Yo, como creyente, ya lo experimento en el día a día, de ir haciendo discernimiento ante acontecimiento del día a día, unas veces más acertadas que otras.

  Creo que en la vida cristiana debe ser una actitud básica y hasta particularmente característica. La enseñanza práctica de Jesús es que no hemos de regular nuestra conducta solamente por un código preestablecido, sino por el ejercicio responsable de la libertad de Hijos de Dios. San Pablo no se cansa de proclamar que hay que vivir la relación con el Padre desde nuestra libertad de hijos, cosa que supone que los hijos buscan responsablemente “discernir” cuál es la voluntad del Padre.

  San Pablo a los Filipenses 1,9-10, dirá: que la vida cristiana es “discernir lo que es mejor y quedarse con ello”. Esto es lo que corresponde a un comportamiento de hijos: qué es lo que puedo hacer en cada situación concreta, individual, personal, que sea más agradable al Padre.

  A veces los creyentes no queremos asumir la responsabilidad de la filiación y de la libertad, por buscar una seguridad cómoda y fácil.

 Tenemos que realizar el designio de Dios en la situación histórica concreta, en los acontecimientos que se nos presentan en el día a día, situaciones cambiantes en las que cada uno de nosotros nos toca vivir. Por eso hay que estar constantemente en discernimiento. El discernimiento no se hace una vez para siempre. La manera concreta cómo yo he de seguir viviendo el seguimiento de Jesús dependerá de la situación concreta que me vaya encontrando.

  Estamos en tiempos de subjetivismos e individualismos, en los que todo el mundo busca disponer de sí mismo sin referencia a nada que esté por encima o al lado de él, es decir, en autonomía absoluta, poniendo los propios deseos como voluntad suprema. Por otro lado, nunca como ahora, estamos tan condicionados por innumerables mensajes que recibimos de fuera, bombardeados constantemente por los medios de comunicación social y por los sistemas de vida social, en los que todos estamos dependiendo de todos, hasta el punto de casi es imposible zafarse de los que todo el mundo hace, dice o piensa. El discernimiento tiene un especial valor contra esta voluntad de ser yo el centro absoluto sin consideración a nadie. El discernimiento nos debe hacer ser capaces de ser críticos con respecto al pensamiento global, al pensamiento único.


- ARTICLE ESCRIT PER FRANCISCO JAVIER CONEJO, OFS,
PUBLICAT AL BUTLLETÍ DE L’ORDE FRANCISCÀ SECULAR DE CATALUNYA.
ANY 25 – OCTUBRE 2020 - NÚM. 237.