FRA FRANCISCO PESQUERA, OFMCONV.
Una vez
terminada la Eucaristía, uno de los asistentes habituales pasa a la sacristía y
me comenta, que, escuchando el texto del Evangelio recién proclamado, le había
llamado la atención un detalle que se le había pasado desapercibido en tantas
ocasiones que lo había leído o escuchado.
El texto
del Evangelio era el de Zaqueo (Lc 19, 1-10) y el detalle, en el que no había
reparado, es el del momento que Jesús le manda a Zaqueo que baje “de prisa” del
sicómoro, en el que estaba subido, y el bajar “a toda prisa” de Zaqueo.
Yo había
comentado en la homilía, la urgencia de Jesús en sacarle de su vida equivocada
en relación a la urgencia que Zaqueo necesitaba salir de ella. Esta actitud nos
hace pensar en nuestra ceguera: mientras Jesús espera que bajemos de nuestro “árbol-aptitudes-equivocadas”,
nuestra pereza nos impide bajar de él.
Cuantas
veces leemos ciertos textos del Evangelio o de otros libros de la Biblia y
apenas empezamos su lectura nos la saltamos porque, como la hemos leído o
escuchado tantas veces, ya nos basta.
Es una
manera de cerrar la puerta a las sorpresas que nos aporta y que, en ocasiones,
ayuda a resolver problemas que tenemos enquistados. No nos damos cuenta que,
gracias a los detalles, el texto nos puede enriquecer según el momento que
estemos pasando en nuestra vida. La Palabra de Dios es siempre viva y actual y
tiende a encarnarse en la vida concreta de cada uno de nosotros.
Con
razón el Papa Francisco sabiendo del peligro de esta ligereza en leer los
textos de la Biblia y preocupado por revitalizar su lectura y reflexión ha
declarado el tercer domingo del tiempo ordinario como “Domingo de la Palabra de
Dios” para que sean descubiertos como “El espíritu que nos habla y nos guía”, y
crear, según el Santo Padre, una familiaridad “religiosa y asidua con la
Palabra de Dios”. Esto nos ayudará a descubrir la Biblia no como una colección
de libros únicamente para estudiar sino, sobre todo, como “palabra viva para
sembrar”.
Sería
bueno que este evento nos ayude a leer o escuchar los diversos capítulos de la
Biblia cada vez como si fuera la única vez que la leemos para que se nos
penetre en todos sus matices ayudándonos a tomar decisiones en la vida no según
nuestros impulsos sino según el discernimiento de la palabra.
- ARTICLE ESCRIT PER FRA
FRANCISCO PESQUERA, OFMCONV.,
PUBLICAT AL BUTLLETÍ DE
L’ORDE FRANCISCÀ SECULAR DE CATALUNYA.
ANY 25 – FEBRER 2020 - NÚM.
230.