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Resum de la xerrada "Tots som cridats a la santedat".


Pau i Bé, germans/nes, 


El passat diumenge 16 de desembre, a la nostra fraternitat de Granollers vàrem tenir un recés d'Advent, en el qual el nostre Pare Assistent, Fra Gonzalo, ens va fer una xerrada/reflexió sobre l'encíclica Gaudete et Exultate, "tots som cridats a la santedat".

El nostre germà Josep M. Garcia va fer un resum de la xerrada, que ens fa arribar per tal que puguem seguir reflexionant sobre aquest document del Papa Francesc. 

El germà ministre ens diu que aquest escrit es com a regal/felicitació de Nadal de part del Consell de la fraternitat, per a tots els germans i germanes. BON I SANT NADAL!!!

Una forta abraçada.

Sussi 



GAUDETE ET EXULTATE


Dice Jesús; “Alegraos y regocijaos, a los perseguidos y humillados por su causa” y estamos en la Capilla de los Mártires. Además hoy es el domingo de la Alegría según la liturgia de Adviento. No es la alegría del mundo, es una alegría que nos hace discernir mucho.

El Señor lo pide todo y nos quiere santos y no se conforma con una existencia mediocre, aguada, licuada… quiere que caminemos en Su Presencia y seamos perfectos. Eso solo es posible con la ayuda del Espíritu Santo y en la Gracia y no en nuestras fuerzas. El Señor nos ha creado para una felicidad que nos ha dado Él y por la que nos ha creado.

La santidad que nos regala Dios es por Amor… y en el contexto actual: para que seamos santos e irreprochables por el Amor. Toda moción nuestra es del Espíritu Santo si es por y para el Amor. Hay santos cercanos a nuestra vida, quizás su vida no fue siempre perfecta pero siempre siguieron adelante y agradaron al Señor.

Nadie se salva solo, vamos en comunidad (no existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo – Dios nos salva como pueblo). La célula de salvación sería la familia. La paciencia y constancia del pueblo para seguir adelante día a día se ve la santidad de la Iglesia militante. La clave de la historia no es lo que aparece en los libros de historia, sino en las corrientes místicas y soterradas que son anónimas, es esta santidad pequeña, cotidiana y oculta.

Dios pide que todos seamos santos, cada uno por su camino. Es una llamada que se nos dirige a todos (en cualquier condición y estado) como individuos y como pueblo de Dios (existen muchas formas existenciales de caminos hacia la santidad). Hay que ser santos en lo cotidiano y en las ocupaciones de cada día. La Iglesia nos ayudará a ser santos en todo lo que necesitemos para crecer hacia la santidad. Los pequeños gestos santifican, viviendo los momentos presentes colmándolos de Amor, realizando las cosas ordinarias de manera extraordinaria. La santidad se mide por la Caridad, por la estatura que Cristo crece en nosotros. Los santos nos reflejan algo de Jesucristo y eso es la santidad.

Debemos ser contemplativos sin salir de la acción y del ruido, no es sano amar en silencio y rehuir el contacto con los otros. Nos santificamos en el ejercicio contemplativo de la propia misión, en cada persona y en cada acontecimiento. Consumo y tecnología hacen difícil escuchar a Dios porque todo se llena de palabras y ruidos que no deja espacio para Dios y se debilita el compromiso y la misión.

Dos sutiles enemigos de la santidad. Los gnósticos sostienen teorías muy frías y controladoras (la santidad de una persona se mide por la caridad no por la acumulación de datos y el control de las teorías de Jesús, pretendiendo reducir la enseñanza de Jesús a una enseñanza lógica que lo controla todo, citando fuentes franciscanas donde se piden menos operaciones intelectuales y más unción y alegría interior. No se puede domesticar el Misterio de Dios). Los pelagianos son los que afirman que lo podemos todo, porque no confían en la Gracia de Dios y se fían a la voluntad humana o al cumplimiento inquebrantable de normas religiosas. No todos podemos todo, porque las sanaciones que pedimos no siempre son totales, las fragilidades siempre convivirán con nosotros en esta vida. Normalmente, la Gracia es una transformación de forma progresiva. Dios nos invita a hacer lo que podamos y a pedir lo que no podamos. Nos justifica la Gracia y no solo las obras.

Se nos advierte a que los grupos eclesiales no se fosilicen y se encorseten, haciendo una llamada implícita a la OFS que sin darnos cuenta, por pensar que todo depende del esfuerzo humano, nos volvemos esclavos de un esquema que deja poco margen a la acción del Espíritu.

 A la luz del Maestro Jesús, se comentan las Bienaventuranzas y el gran protocolo de la santidad, que es el Evangelio de Mateo 25, que está pensado y dicho para todos, no sólo para los ricos.

También se tratan aspectos sociales con una sana y permanente insatisfacción ante la realidad social y su injusticia como fuente de la santidad también, siempre buscando el bien común. También se nos recuerda que la Iglesia no es solo una asociación caritativa. Y se nos pide que estemos preocupados por toda forma de descarte (no nacidos, eutanasia, migrantes...). Hay que vivir estas realidades sociales como divinas. Debemos desgastarnos y cansarnos intentando vivir las obras de misericordia porque Dios nos necesita a nosotros.

SANTIDAD ES SANIDAD Y FELICIDAD.

Algunas notas de los peligros de la Santidad en el mundo actual son la ansiedad nerviosa y violenta que nos dispersa y debilita; la negatividad y la tristeza, la acedia cómoda consumista y egoísta; el individualismo; tantas formas de falsa espiritualidad sin encuentro real con Dios. Debemos dejarnos humillar para llegar a ser humildes, es un camino para imitar a Jesús y crecer en Cristo (es una gracia que necesitamos pedir) sin perder la paz. Debemos tener una alegría sobrenatural (una espiritualidad esperanzada) y natural (buen y sano humor). Hay que vivir como Jesús, compadecido de los demás, con una compasión que lo movía a salir de sí para sanar y liberar. Dejemos que Jesús nos lance a la entrega sanadora y activa a los demás. También hay que dejarse despertar por el Señor y liberarnos de nuestra inercia, descolocándonos. La oración debe ser constante más que larga, como base de la santidad, apegándonos a Dios y deseándolo en todos nuestros actos cotidianos.

Debemos vivir en combate constante espiritual contra el diablo que es el príncipe del Mal (un ser personal que nos acosa, no pensemos que es una representación o mito para no caer en el descuido y en los vicios y defectos; estamos en combate contra fuerzas espirituales muy poderosas que nos engañan y devoran). Debemos vivir en vigilancia y pedir el don de discernimiento que además supone una buena capacidad de razonar y sentido común para crecer en nuestra capacidad espiritual. Este hábito es muy actual por la dispersión de propuestas del mundo, que se nos proponen como todas buenas. Tenemos que examinarlo todo y quedarnos con lo bueno.

María debe coronar estas reflexiones por su camino bienaventurado y santo de vida.

Conversar con ella nos consuela, nos libera y nos santifica.

Josep Mª Garcia, OFS (Ministre de la Fraternitat de Granollers).