Etiquetes

FORMACIÓN: ACOMPAÑAR PARA VIVIR - La figura del Acompañante Espiritual - EL ACOMPAÑANTE, TESTIGO DEL AMOR DE DIOS. (2)

FORMACIÓN: ACOMPAÑAR PARA VIVIR
La figura del Acompañante Espiritual
EL ACOMPAÑANTE, TESTIGO DEL AMOR DE DIOS.


Francisco Javier Conejo Salvador, OFS


b). Rasgos del acompañante

Para desempeñar estas tareas es necesario que el acompañante desarrolle tres rasgos espirituales que condicionan la manera de acompañar.

1.-Espíritu de gratuidad

Para ser acompañante hay que aprender a ser gratuito, dejar espacio a Dios Padre, a Jesucristo y al Espíritu para que su amor trabaje al acompañado. El acompañante no puede ser la persona central ni tampoco puede serlo su ritmo, ni su pensamiento. Cuando no sabe retirarse, se transforma en un obstáculo más que una ayuda, en una pantalla que perturba el encuentro de Dios y el acompañado. Es indispensable ir más allá de toda posesividad. La gratuidad es aprender a no poseer nada ni a nadie. Saber no hacerse indispensable y superar toda dependencia e imposición. "Sólo atrae el que deja de ser el centro. Sólo ilumina el que llega a ser pura transparencia, la vida divina se transmite cuando yo disminuyo".

2.-Espíritu fraternal

El acompañante es un compañero de camino del acompañado, ni mejor ni superior, sólo distinto. Es necesario saber, creer y vivir que sólo Dios es Padre y nosotros todos somos hermanos. Nuestra ayuda es una función pasajera para que el acompañado llegue a ser más libre, más de Dios y de los hombres, con la libertad de los hijos de Dios.

3.- Espíritu de servicio

En la Iglesia toda capacidad nos es dada para hacer de ella un servicio de amor. "Aquél que la verdad ha hecho libre, la caridad lo hace esclavo". San Agustín.

Necesitamos evangelizar nuestras habilidades para no considerarnos superiores sino como bienes por compartir, una deuda que tenemos que saldar con nuestros hermanos. Son los dones los que nos hacen pequeños. El acompañamiento es un servicio delicado. Es el servicio de la compasión, de vivir con el acompañado los altos y bajos de su vida; es el servicio de la paciencia, mientras el acompañado adquiere la sensibilidad y el gusto por la obra de Dios y toma conciencia de esta realidad novedosa y delicada de cómo Dios opera; es el servicio de la ternura de Dios para los hombres, de manera que el acompañado se sienta querido y cuidado con fuerza y delicadeza.

(“Acompañar para vivir” de Fray Buiza)



- ARTICLE ESCRIT PER FRANCISCO JAVIER CONEJO, OFS,
PUBLICAT AL BUTLLETÍ DE L’ORDE FRANCISCÀ SECULAR DE CATALUNYA.
ANY 28 – JUNY 2023 - NÚM. 267.