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CAMINAR JUNTOS: IGLESIA, COMUNIÓN.

CAMINAR JUNTOS: IGLESIA, COMUNIÓN


 Fra Julián Pascual, ofmconv.




El Concilio Vaticano II con la Constitución Dogmática Lumen Gentium supuso una revolución en el concepto de Iglesia y en la presencia activa de los laicos en la vida y misión de la misma. Se pasó de un concepto de Iglesia-sociedad al de Iglesia-comunión.

Y esta revolución que se dio en la vida de la Iglesia, se dio también en la Familia Franciscana en la que los laicos descubren su propia vida y misión. Los laicos dejan de ser colaboradores y ayudantes para convertirse en realizadores de su propia misión. Se convierten en protagonistas y responsables de la única misión de Cristo y de la Iglesia. Su misión no es suplir o reemplazar a nadie, sino participar de su propia identidad con todas sus potencialidades, condicionantes y limitaciones.

Queda así superada toda desigualdad en la Iglesia y en la Familia Franciscana. El carisma franciscano común precede a cualquier distinción de ministerio o servicio. Desaparece toda desigualdad en la manera de entender la Iglesia o la Familia Franciscana. Esta igualdad básica entre personas no idénticas, que van por caminos distintos, la da el Bautismo, que otorga la misma dignidad, la condición similar de Hijos de Dios, la vocación semejante a la perfección, la misma salvación, una misma fe y un mismo amor.

Todos los bautizados, radicalmente iguales, participan de la vida que Dios les ofrece. El laicado es una vocación que no es pertenecer a la Iglesia, sino ser Iglesia, con su papel insustituible dentro de la misma. Su misión no es suplir la carencia de ministros sagrados, sino desplegar su misión de cristiano o miembro de la Iglesia. Como Hijos de Dios, como miembros de la iglesia, como franciscanos seculares (parte integrante de la Familia Franciscana) están llamados a defender el derecho propio del ser y actuar en la Iglesia, cumpliendo su misión: anunciar a Cristo y su Evangelio, en todo tiempo y lugar.

El Concilio puso en evidencia, también, que la salvación del ser humano se vincula al carácter sacerdotal de los fieles laicos mediante el llamado sacerdocio común de los fieles. Jesús, en el contexto de la religión judía, era un laico, no pertenecía al cuerpo sacerdotal judío. Dios establece un sacerdocio nuevo en Cristo, que no viene del orden, oficio o casta sacerdotal, sino de la existencia y consagración de la propia vida. Todo el pueblo de Dios es pueblo sacerdotal consagrado en su bautismo. Única vocación, único pueblo de Dios, con diversos ministerios.

Misterio de comunión por el que todos somos hermanos en Cristo. De aquí nace la corresponsabilidad de todos y la participación activa en la vida de la Iglesia y en la misión en el mundo y la llamada universal a la santidad. A esta corresponsabilidad y participación activa es a que ha llamado el Papa Francisco en el camino sinodal diocesano que se ha concluido. ¡CAMINAR JUNTOS!

- ARTICLE ESCRIT PER FRA JULIAN PASCUAL, OFMCONV.,
PUBLICAT AL BUTLLETÍ DE L’ORDE FRANCISCÀ SECULAR DE CATALUNYA.
ANY 27 – JULIOL 2022 - NÚM. 257.